“No tuve la oportunidad de seguir estudiando porque venimos de una familia muy humilde; somos seis hermanos y aunque empecé a trabajar a los 19 años, no me arrepiento de este oficio porque es muy noble y me da para comer”, relató Alejandro Cortés.
El entrevistado conduce una unidad del transporte público y afirmó que este oficio es herencia de su padre, quien falleció hace unos años, pero manejó camiones hasta los 65 años de edad.
Aunque su papá no le enseñó a manejar, dijo que le dejó los mejores consejos para desempeñarse en esta labor, los cuales diariamente pone en práctica.
“Mi papá fue chofer, pero ya falleció. Él no me enseñó a manejar, fueron sus amistades, pero siempre me daba consejos; decía ‘hay que tener mucho cuidado porque el volante es una gran responsabilidad’. Me gustó y aquí sigo”.
Alejandro es chofer desde hace 32 años y refiere que es una labor cansada y estresante, no sólo por el tráfico sino porque está expuesto a ser víctima de la inseguridad.
Afirmó que está a gusto en este oficio porque su patrón no le exige una cuenta –como a la mayoría de sus colegas–, ya que está consciente de que en ocasiones con mucho esfuerzo reúne el dinero para comprar el combustible.
Además dijo que sin estudios profesionales difícilmente encontraría otro trabajo bien remunerado.
“Hasta que Dios nos preste vida vamos a seguir aquí, además ya no tengo niños pequeños que mantener. Aunque es estresante, se gana bien y si te gusta hasta lo disfrutas y no te estás quejando, pero también es cierto que es mucha responsabilidad y se aleja uno de la familia porque trabajamos de 14 a 16 horas diarias”.