Sociedad

Diego Gual Ramírez o la oportunidad de seguir aprendiendo


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Diego Gual Ramírez o la oportunidad de seguir aprendiendo
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Diego Gual Ramírez o la oportunidad de seguir aprendiendo


Diego Gual Ramírez o la oportunidad de seguir aprendiendo
Fotógraf@/ CORTESÍA
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En una actitud prepotente y discriminatoria, funcionarios del Instituto de Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM), quieren someter a mi hijo Diego Gual Ramírez, a una serie de evaluaciones, para determinar si puede o no estar en el sistema de educación tradicional ordinario.

Yo les respondí que no estaba de acuerdo, que no le harían esas evaluaciones, porque hay una suspensión de un juez federal que le ordena al IEBEM que inscriba a Diego, sin practicarle ningún tipo de examen o evaluación. Además, Diego tiene derecho a estar en el sistema ordinario, no en un centro de educación especial, como pretenden los funcionarios del IEBEM, no le deberían quitarle la oportunidad de seguir aprendiendo.

Esto es lo que dio a conocer Graciela Ramírez Ruiz, madre de Diego Gual Ramírez, en entrevista, después de una reunión que tuvo el pasado lunes 8 de abril de este año, en las oficinas del IEBEM.

Graciela relató que en esa ocasión estuvo acompañada por su esposo, el padre de Diego, Diego y su abogado.

Por parte del IEBEM, estaban siete personas y Francisco Javier Hernández Blancas, Subdirección de Acreditación, Incorporación, Revalidación y Evaluación del IEBEM, quién se ostentó como abogado del instituto.

Afirmó que están por dictar sentencia en el amparo en el que ya concedieron la suspensión definidita, y lo más seguro es que salga en el mismo sentido confirmando que el IEBEM debe inscribir a Diego.

“A esta cita me acompañaron mi esposo, Diego y mi abogado. Fui acompañada, porque las formas de estos funcionarios han sido muy agresivas y prepotentes, hablan en términos legales para que uno no entienda, aun cuando ya hay un proceso, y mi abogado tenía que escuchar su insistencia de no acatar la ley. También quise llevar a Diego, para que lo observaran esas siete personas que no quieren que sea inscrito y lo quieren evaluar. Mi hijo jamás perdió la postura ni tuvo señas de ningún comportamiento extraño o que indicara que no tiene capacidad para una escuela y una educación inclusiva”, relató la mamá de Diego.

 

Cómo empezó el problema

Graciela relató que su calvario ante el IEBEM comenzó en julio de 2023, después de que Diego se recuperó de una operación de paladar hendido a la que fue sometido y que le llevó dos años de recuperación.

Por fin, había encontrado una escuela secundaria en donde existe un grupo de inclusión, por lo que fue a pedir información y le dijeron que sí aceptaban.

Se trata de la Escuela Freinet de Cuernavaca, localizada en Acapantzingo. Ésta cuenta con un grupo inclusivo de chicos, que se adapta las necesidades educativas de Diego.

Cuando quiso inscribirlo, le dijeron que no iba a ser posible, porque el sistema no les permitía ingresar el CURP, porque Diego en agosto cumplía 18 años.

Le explicaron que ellos no tenían ningún problema en recibirlo, que si el IEBEM les daba luz verde, mi hijo sería inscrito.

Por ello se presenté al IEBEM con su hijo, y lo mandaron al departamento jurídico del Instituto, tenía que ir personalmente con Diego, y pensó que iba a ser cuestión de trámite, solamente, ya que de acuerdo con el nuevo plan de Estudios, “La Nueva Escuela Mexicana”, los centros de educación, serán incluyentes.

Graciela se llevó una desagradable sorpresa, porque Francisco Javier Hernández Blancas, quien se ostentó como director del jurídico del IEBEM, los trató a ella y a su hijo de una manera grosera, la mandó directo a buscar una escuela especial para su hijo, les negó la inscripción y les dijo que le hicieran como quisieran.

La mamá de Diego salió de esa oficina directo a buscar a un abogado, para que se inconformara con esa decisión arbitraria.

Promovió un juicio de amparo ante el Juzgado Tercero de Distrito en el Estado de Morelos, el cual lo admitió y se le dio el número de expediente 1169/202. El juicio se interpuso contra el Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos, Director de Planeación Educativa del Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos y Departamento de Control Escolar de la Subdirección de Acreditación, Incorporación, Revalidación y Evaluación que depende de la Dirección de Planeación Educativa del Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos, por la omisión de inscribir a Diego para cursar su educación secundaria en la escuela particular Freinet de Cuernavaca, Morelos.

Seguido el procedimiento en sus trámites, el 18 de enero de este año, se dictó una resolución en la que por sentencia definitiva, se otorgó a Graciela Ramírez Ruíz, en representación de su hijo, la suspensión definitiva solicitada, es decir, la orden a las autoridades de que inscriban a Diego para que pueda cursar el ciclo escolar 2023-2024 en el nivel de secundaria, ya sea en un plantel educativo proporcionado por las autoridades responsables o en el plantel educativo particular que actualmente cuenta con un programa de apoyo para la educación inclusiva y el personal calificado.

Después de que le dieron la suspensión definitiva, Graciela se presentó de nuevo a las oficinas del director Eliacín Salgado de la Paz, para insistir en que inscribieran a Diego. Ni la vez anterior, ni ésta los quiso recibir Eliacín, en cambio, la mandaron a una oficina en la que se encontraba Francisco Javier Hernández Blancas y dos personas más. En esa ocasión, le exigieron que no entrara con su celular y se lo retuvieron. Ya dentro de la oficina, ella les llevó la orden del juez en la que ordenaba que inscribieran a su hijo, también les llevó el acuerdo donde se les habían aplicado ya una multa, por incumplimiento de la orden del juez.

Ante toda esta argumentación. Los funcionarios respondieron de nueva cuenta y de forma grosera, que ellos tenían normas y que no iban a inscribir a Diego.

A los ocho días, Graciela volvió a presentarse en la oficina del director Eliacín Salgado de la Paz y no la recibió, ahí llevaba ya dos multas por incumplimiento de la orden del juez.

La siguiente vez, como lo ha mencionado, fue el lunes 8 de abril de este año, en donde había 7 personas y le dijeron que iban a evaluar a Diego.

 

Las razones de Graciela

El director del Instituto de Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM) Eliacín Salgado de la Paz está desobedeciendo la orden de Óscar Alejandro López Cruz, Juez Tercero de Distrito en el Estado de Morelos, en el expediente 1169/2023, por el que mediante una suspensión definitiva de un juicio de amparo, promovido ante ese juzgado, ordena la inscripción inmediata de Diego Gual Ramírez, además de que está violando uno de los postulados de la nueva escuela mexicana, la inclusión, que ordena la creación de un ambiente escolar seguro y respetuoso donde todos los estudiantes se sientan valorados y respetados.

Graciela Ramírez Ruiz, madre de Diego Gual Ramírez, dijo que el IEBEM es una entidad que debe garantizar la educación, pero que en el caso de su hijo, está poniendo trabas y más trabas.

Explicó que si su hijo cursó la primaria y obtuvo un certificado con reconocimiento oficial en el sistema educativo ordinario, tiene derecho a continuar sus estudios en el mismo sistema.

Diego no tiene por qué entrar a una escuela especial, tiene derecho a recibir clases como cualquier niño, así lo ordenó el juez federal y así lo dispone la Nueva Escuela Mexicana, expuso.

Los directivos insisten en que Diego no se puede inscribir en el nivel secundaria ordinario o estándar, porque supuestamente ya es un “adulto”, y quieren mandarlo a un Centro de Atención Múltiple (CAM), o de plano que no se inscriba.

 

La condición de Diego

Graciola explicó que su hijo, Diego Gual Ramírez, alcanzó en efecto la mayoría de edad, pero debido a que nació con una genopatía, una variación rara de la trisonomía 21, que se asemeja al síndrome Down, su desarrollo intelectual en este momento corresponde al de un niño de 11 o 12 años.

Diego Gual Ramírez nació el 29 de agosto del 2001 en la Ciudad de México. En el momento que vio la luz del mundo, los médicos se dieron cuenta que había algo que no estaba bien, ya que no tenía muchas reacciones. Desde entonces, empezaron los estudios de todo tipo: de su cabeza, de su corazón, de sus pulmones... de todo, hasta genéticos, para saber de dónde venía todo.

Todos los estudios arrojaban hipertensión pulmonar, soplo en su corazón, inmunodeficiencia primaria y muy poca reacción neurológica a estímulos.

El diagnóstico fue una genopatía extraña, de la cual existen pocos casos, es decir, no hay mucha historia clínica. No es una trisomía, ni mosaica, en el cromosoma 21, solo tiene sustancia de más en la banda x.y.21, así me dijeron los genetistas, relata la mamá de Diego.

Íbamos con los ojos cerrados en cuanto a historia clínica, porque no había casos conocidos en México. Pregunté cuál sería el futuro de Diego, y me respondieron que no sabían, que todo se vería sobre la marcha.

Desde entonces nos enfrentamos un poco a la discriminación, ya que algunos médicos no querían tomar el caso, al no saber qué hacer.

Un día que no le bajaba la fiebre me fui al Hospital de Niño Morelense, donde la doctora que nos recibió se comprometió en cuerpo y alma con nosotros a sacarlo adelante.

En sus primeros dos años de vida, Diego entró diez vences al hospital por diferentes infecciones y tratamientos, ya que no tenía sistema inmunológico. Junto con un cuerpo de médicos, que su doctora iba llamando, lograban sacarlo adelante: cardióloga, inmunóloga, neuróloga y cirujanos, quienes ponían a Diego transfusiones de gammaglobulina para apoyar su sistema inmunológico.

El niño pasó sus primeros años con una enfermera y con un gran atraso neurológico. Había quienes me decían que no caminaría, incluso querían ponerle sonda gástrica por que se tardaba en comer.

Acudimos a todo tipo de terapias y programas médicos que nos aconsejaban, hasta que llegamos con un especialista en neurodesarrollo, al que visitamos cada tres meses.

Estas citas eran para prepararme a mí, para hacerle ejercicios diarios de acuerdo con sus deficiencias.

Poco a poco empezó a gatear a los tres años, a comer papillas, y caminó a los cuatro años. Muchos de sus terapeutas y médicos no creyeron en su evolución, pero nos habíamos puesto en contacto con un médico que estaba en Laredo, Texas, Estados Unidos, y él nos dio esperanza y pudimos observar como Diego evolucionaba en todos los sentidos.

Cuando Diego empezó a caminar, el doctor le dijo que era el momento de que asistiera a la escuela, y debería evitar inscribirlo en una escuela ordinaria, del sistema escolarizado.

“Por fortuna mis dos hijos mayores, en la actualidad de 28 y 22 años, habían estado en una escuela de sistema Montessori, cuya filosofía es el trabajo al ritmo de los niños y es completamente incluyente. No tuve ningún problema para que él fuera aceptado en la escuela y en la sociedad en la que creció. En el momento en que su salud fue mejorando, empezó con actividades de cualquier niño y a clases como cualquier niño. Como cualquier niño, Diego ha asistido a terapias de lenguaje y cognitivas., y por su aprendizaje más lento, curso la primaria en nueve años y no en y preescolar en seis años”.

Graciela relató que en ningún momento su hijo se ha metido problemas, ya que es un niño completamente educado y adaptado a una sociedad y en el círculo familiar y de amigos.

Su vida diaria es la de cualquier adolecente: juega, anda en bici, sale a nadar, le gusta el futbol y el paddle tenis. Va a sus terapias de lenguaje, a clases de piano. No toma ya ningún tipo de medicamentos, los dejó hace muchos años atrás, ya que su hipertensión pulmonar se regularizo, así como el soplo en el corazón.  Su sistema inmune ya es normal y la parte en la que se trabaja mucho desde hace dos años, es en su alimentación, ya que el también paso por cirugía del píloro y un año después del paladar.

Diego no recibe nada de apoyo por parte del gobierno, ni ha asistido a ninguna institución educativa gubernamental, la única asistencia del gobierno fue la del Instituto Nacional de Rehabilitación en la Ciudad de México, donde le practicaron una operación de paladar hendido.

En todo su desarrollo escolar nunca había tenido ningún obstáculo, siempre ha sido bien recibido en educación y en escuelas "normales". Ha sido un niño aceptado y querido por compañeros y maestros, y han tenido el personal y la capacidad de hacer adecuaciones para su crecimiento educativo.

En un chavo independiente de acuerdo a una edad de 12 años, hace sus actividades solo, y lo único que necesita es la oportunidad de seguir aprendiendo. La única diferencia es que su desarrollo neurológico es de un adolecente de 12 años, y no de 18.

Graciela Ramírez Ruiz insistió en que su hijo tiene derecho a una educación ordinaria incluyente y el estado tiene la responsabilidad de inscribirlo. Su familia, los médicos que han atendido a su hijo y los profesores donde ha estudiado le han proporcionado todo para que a la fecha, Diego continúe viviendo y estudiando, el único obstáculo ahora es una institución, el IEBEM; que, en vez de poner trabas, por su naturaleza debería facilitar su inclusión.

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