La transformación de materias primas en comida rica me fascinó desde chico. A mis 4 o 5 años acompañaba a mi familia al tianguis sobre ruedas, ahí veía, desde mi perspectiva bajita, un arcoíris de verduras, frutas, carnes, quesos, semillas. Olía todo. A veces era demasiado para mí, como cuando nos acercábamos al puesto de carnitas o llegaba a mi nariz el aroma de una piña o del pescado fresco.
Luego venía la alquimia: hacer la comida. Ahí comenzó una de mis más emocionantes obsesiones: aprender a cocinar, hacerlo bien. No recibí una gran formación de pequeño, pero fui aprendiendo a pesar de las circunstancias. Sobre todo, pude observar, tomar notas mentales y dejarme pendientes para cuando fuera grande.
Cada comida que probaba o conocía me despertaba nuevas dudas: ¿cómo se hace eso?, ¿de dónde vienen los ingredientes?, ¿qué es ese sabor extraño? Los tacos de cabeza, ¿de qué animal eran? Una de mis más grandes misterios fue el acitrón: ¿cómo podía saber tan rico?, ¿de qué está hecho?
A los 17 trabajé en la cocina de KFC; comenzaron a develarse los misterios del arte culinario. Qué gran momento tuve al cocinar para otros, ensuciarme las manos con grasa, harina y condimentos, aunque fueran industrializados. Usé freidoras, hornos, batidoras, refrigerador, tarja, entre otros aparatos.
La cocina me sedujo, pero no para estudiar profesionalmente, aunque algunos de mis amigos sí optaron por dicha opción. Con ellos aprendí más de mi oculta pasión, porque si bien siempre he sido comelón poco he hablado de mi fascinación por cocinar yo mismo. Además, preferí la literatura.
La vida me permitió aprender a cocinar de forma autodidacta, divertida, curiosa, siguiendo mi instinto e intereses específicos, sin seguir programas ajenos ni obedecer cánones. Una cosa es comer y otra cocinar; a mí ambos lados me encantan.
¿Qué me gusta específicamente? Podría decir que el conocimiento relacionado con la cocina: desde los alimentos crudos, o sea, ir por ahí a comprar (tianguis, tiendas, bazares, recauderías, etcétera), hasta degustar nuevos platillos.
También conocer el origen de la comida: lo que viene de la tierra (tubérculos, cacahuates, camotes), lo que va de dentro hacia afuera (hongos, cebollas), lo que crece encima (melones, pepinos, calabazas), lo de mata (chiles, pimientos, fresas), frutos de árbol (manzanas, ciruelas, peras), de palmeras (cocos, plátanos), las vainas (cuajinicuiles, chícharos, frijoles) y más.
La clasificación o taxonomía de los alimentos es infinita. Comemos insectos (chapulines, gusanos, hormigas), todo tipo de animales, hojas, semillas, vayas, troncos, cortezas, pulpas, tierra, hasta humo. En la gastronomía mexicana hay de todo; en la universal, más aún.
Otra cosa agradable son los procesos de cocción: sancochado, sofrito, hervido, sellado, horneado, asado, al vapor, estofado, escalfado, empapelado, salado, rostizado, gratinado, entre otros. Conocer estos procesos es encantador.
También es interesante que hay alimentos que consumimos crudos, otros semicocidos, otros cocinados perfectamente. Hacemos combinaciones de lo más diversas, no por necesidad, sino por gusto. Y eso es algo me destaco: la gastronomía no avanza por satisfacernos sino por placer.
Por su parte, las recetas comienzan con la planeación, siguen con la compra, avanzan con el preparado, culminan en la comida y continúan con la sobremesa. He elaborado cientos de recetas, por experimentar, divertirme, aprender, disfrutar y compartir. También es importante salirte de la receta e inventar, trata de innovar, divertirse.
Asunto importante es la nutrición relacionada con comer. Ahí están el Plato del buen comer y la Jarra del buen beber, como base nutricional o equilibrio prudente. Es indispensable para una salud integral, pero no está peleado con comer sabroso, rico, delicioso.
Una de mis principales influencias fue la filosofía de Confucio en torno a la comida. Algunos de sus principios son: a) alimentos de orígenes variados, muchos colores, con muchas texturas y procesos, cosas al tiempo, tibias y calientes; b) porciones pequeñas, del tamaño de un bocado; c) de preferencia llevar la cocina a donde estén los comensales; c) lo mejor de la comida es la compañía (recomendaba no comer solo, algo que no puedo cumplir por mi rito de vida).
Disfruto hacerme de comer y también cocinar para otros, como un acto de amor o amistad, igual que otros han hecho conmigo. También amo hablar de comida, leer y ver videos, es algo que llena mi vida de alegría.
El 10 de abril comenzará mi nuevo Taller de novela contemporánea. Inscríbete: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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