Desde pastelería y repostería, hasta los Chilaquiles de la abuela, la firma se posiciona con un amplio menú para sus clientes.
Ser atleta, chef y emprendedora ha permitido a Andrea León Rubio combinar su pasión por la comida con la calidad que ofrece en sus productos, y de esta forma cuidar la salud de cada uno de sus clientes en Marmori Bakery.
“Me apasiona comer, me encanta comer. Ese poder compartir lo que me gusta con las otras personas. Si voy a hacer un panini, lo voy a hacer desde cero. Yo voy a hacer el pan y todo para que quede muy rico. Si te vas a comer un rol, es un rol que yo sé que tiene ingredientes cien por ciento naturales, va a tener mantequilla de la mejor calidad, va a tener harina, leche, huevo; no va a tener conservadores, ni estabilizantes, ni nada; y también eso me ayuda a mí porque a mí me encanta comérmelo, y al momento que hago ejercicio no es tanta culpa como si te comes un pan procesado, de esos que tienen mil conservadores y te duran mucho tiempo ahí (...). La verdad es que luego hago muchos corajes cuando voy a otro lado, porque digo: lo hago tan rico yo, que mejor en casa”, comentó en entrevista.
Marmori Bakery es un emprendimiento que inició tras la pandemia, en un pequeño horno de su mamá, haciendo roles. “Mi mamá tenía un horno, entonces lo que todo mundo hizo en la pandemia fue hornear. Me puse a hornear y a hacer roles y venderlos. La verdad es que empezaron a gustarle muchísimo a la gente. Empecé con charolitas de metal y ya después pude mandar a hacer mis cajas y empezaron a pedir pasteles, brownies, galletas… La verdad llevaba años diseñando mi receta de galletas porque mi sueño era que mi hija dijera que su mamá hace las mejores galletas del mundo, y pues resultó que a mucha gente le gustó, vendíamos ahí, tocaban el portón y ya les vendíamos”.
Pasado el confinamiento por covid-19, narró Andrea León, una amiga la convenció de abrir nuevamente su negocio y le tomó la palabra, para vender únicamente pasteles. “Pero obviamente no pude, pues los clientes que ya me conocían (por su anterior restaurante Malpaj), empezaron a pedirme los famosos “Chilaquiles de la abuela”, que son los chilaquiles con salsita al horno, gratinados, que son muy buenos y poco a poco fui metiendo otras cosas; ya hacemos el pan nosotros, vendemos paninis. Es un menú mucho más relajado para mí como chef. Todo el día se sirve comida salada y, a su vez, pues tenemos los roles, que esos son un ícono, tenemos pasteles, galletas, macarrones... Todo lo hacemos ahí en casa, y pasteles bajo pedido, para bodas, para cumpleaños, para todo tipo de eventos tenemos también la pastelería y repostería”.
La directora general de Marmori consideró que el reto más grande que ha enfrentado como emprendedora ha sido el tema de financiamiento. “Yo creo que el reto más grande siempre ha sido monetario. Desde que abrí en el restaurante todas mis ganancias eran: ganar algo y ahora compraremos cubiertos más bonitos; ganar algo y ahora compramos un horno; ganar algo y ahora una mesa de trabajo; ha sido reinvertir. Siento que si hubiera tenido ese respaldo financiero hubiera sido mucho más fácil abrir algo”. No obstante, esa limitante también le ha dado la tranquilidad de crecer a su ritmo. “Pero también me ha dado una tranquilidad en no tener esa presión de responderle a alguien por el dinero, entonces he crecido conforme me ha dado el local y gracias a Dios sí ha crecido bastante bien, llevamos ya cuatro años consolidándonos y vamos poco a poco”.
Crear empleos y enseñar lo que sabe, es uno de sus orgullos como empresaria. “La verdad me siento afortunada en poder estar generando empleos en Morelos, porque no es nada fácil”. “La gente que está conmigo –aseguró- se queda largo plazo porque me gusta tener un buen ambiente de trabajo. Me gusta mucho enseñar, le he enseñado a chavitos que no saben nada, prefiero que lleguen sin saber y yo les enseño todo lo que sé. Me gusta mucho compartir lo que sé”, reiteró.
A manera de balance sobre la situación del sector en Morelos, Andrea León consideró que la entidad se benefició después del confinamiento por la pandemia, pues abrieron muchísimos restaurantes y eso ayudó a elevar la calidad y que exista más variedad. “A nosotros nos pone un reto, de no estar conformes nada más con lo que tenemos, sino que llegar a esos estándares. Los que vivimos aquí somos felices porque hay más opciones, más ricos, siempre mejores cosas.” concluyó.