La más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana que hace el INEGI (Primer trimestre de 2024) coloca a Cuernavaca como la quinta ciudad con mayor percepción de inseguridad en el país (87%), resultado apenas menor al de Chilpancingo (87.3%).
A nivel nacional, la encuesta señaló que el 61.0 % de la población mexicana de 18 años y más, consideró inseguro vivir en su ciudad, siendo mayor el miedo en las mujeres que en los hombres. Casi 70% se siente insegura en cajeros automáticos, 64% en el transporte público, 54% en las carreteras y 53.5% en los bancos. Esto es un foco rojo para nuestros gobiernos y es reflejo de que hay mucho que hacer en la materia.
John Maynard Keynes, gran economista del siglo pasado, señalaba que existe un factor de gran influencia en las decisiones económicas, sobre todo en las decisiones de inversión: las expectativas. Esto es, la percepción que las personas tienen del ambiente que rodea a los negocios y que beneficia o afecta las ganancias futuras.
Parte de esas expectativas se relacionan a la certidumbre, la confianza y la seguridad en que el ambiente es favorable para la economía. Las expectativas son subjetivas en la medida pues cada persona percibe de diferente manera, por ejemplo, el grado de posible peligro que enfrenta en la calle. O cada empresario valora en forma distinta las señales de política gubernamental y su influencia en los negocios.
Es un hecho que la inseguridad que la gente percibe afecta sus expectativas económicas. Evitamos traer dinero en efectivo, hacer transacciones bancarias, ir a los cajeros automáticos, comprar ciertos bienes que puedan ocasionar la atención de un delincuente. Frecuentemente oímos de robos de automóviles, a personas o a viviendas, o, incluso, los hemos padecido.
Ante el próximo cambio de autoridades estatales y municipales en Morelos, es importante que el esfuerzo gubernamental se enfoque en garantizar una mejor percepción de seguridad: mayor iluminación en las calles; más rondines policiacos; integridad en la actuación policial; más vigilancia en lugares públicos y en el transporte colectivo; mayor capacidad de reacción ante el delito, y, muy importante: más cercanía de las autoridades al ambiente real que vivimos los gobernados.