David dejó la escuela y comenzó a trabajar desde pequeño.
David Benítez conduce una unidad del transporte público y reconoce que por estar en la economía informal no cuenta con prestaciones de ley ni seguro social, pero afirma que le gusta este oficio y seguirá al volante hasta que el cuerpo aguante.
Comentó que desde niño sabía que lo suyo no era la escuela, sino el trabajo, y a los 12 años de edad ya trabajaba medio tiempo en una herrería y por la tarde acudía a la escuela.
Terminó sus estudios de nivel básico, pero no continuó en el bachillerato porque le gustó más el dinero. Aunque ha trabajado en diferentes oficios, afirma que el que más le gusta es el de chofer, pues a diferencia de los otros, obtiene mejores ingresos económicos.
En su opinión, ser chofer del transporte público es cansado, estresante y a veces hasta fastidioso, pues se ha encontrado con pasajeros de mal humor que se molestan por todo y hasta le hablan con groserías.
El gusto por el volante, dijo, es herencia de su padre, y gracias a sus consejos no se ha visto involucrado en accidentes viales.
“Lo que más nos acaba son las desveladas, porque empezamos muy temprano y aunque durante el día puedes descansar un rato, no es lo mismo. Además, no tienes vida social; trabajas todos los días y sólo a veces descansas el domingo".