Con una notable y permanente actividad social, el ingeniero Estrada participó en grandes proyectos empresariales y ciudadanos que marcaron profundamente a la entidad, especialmente en Cuernavaca, donde tuvo su principal centro de acción. Sus últimos años los vivió en medio de homenajes y reconocimientos a su labor.
Nacido en 1929 en Cuernavaca, el ingeniero Estrada Elizondo fue objeto de numerosos homenajes desde los más diversos sectores de la sociedad, ya que fue un impulsor de la cultura, la educación, el deporte y la ciencia.
Sin embargo, sembrar árboles, crear empresas y planificar obras fueron tres de las más importantes pasiones del ingeniero Mario Estrada Elizondo. La ciudad de Cuernavaca, especialmente en su zona oriente, tienen su huella indeleble, visible en las anchas avenidas que cruzan por ese sector, como la Vicente Guerrero, San Diego o Río Mayo, amplias y bien trazadas.
Quien fuera presidente y director general de La Unión de Morelos ocupó la mayor parte de su vida en la construcción. El ingeniero Mario Estrada Elizondo planeó con detalle la colonia residencial Vista Hermosa, a partir de lo cual organizó una empresa, Cuvi (contracción que resume sus dos amores: Cuernavaca y Vista Hermosa) que fue el eje principal de sus proyectos.
Nacido en esta ciudad, siempre se enorgulleció del arraigo de su familia en la capital morelense, donde se asentó su padre desde 1917. Como parte de ese arraigo formó parte de numerosos proyectos sociales encaminados a mejorar la ciudad a la que tanto amaba.
A lo largo de su fructífera vida aportó de su peculio recursos e inmuebles lo mismo para fomentar la educación que el deporte o el mejoramiento de las vialidades y la recreación.
Como empresario, llegó a dar cientos de empleos repartidos entre todas sus empresas de ramos variados.
La Unión de Morelos fue un proyecto en el que se embarcó totalmente a partir de1992, consiguiendo hacer que viera la luz el 23 de julio del siguiente año y hasta la fecha.
Decidido a convertirlo en el mejor medio de información del estado de Morelos, construyó amplias y modernas instalaciones, equipadas para ser autosuficientes en el proceso de fabricar cada día el periódico que ofrece una información amplia, plural y oportuna.
Al ingeniero Mario Estrada Elizondo le encantaba viajar, tanto que a lo largo de su vida le dio varias veces la vuelta al mundo, en largos paseos que lo llevaban lo mismo a los países más lejanos que a los más turísticos. De todo lo que vio no se cansaba de decir que México es el paraíso, porque tiene todo lo que otras naciones no pueden ofrecer al mismo tiempo. Y por eso nunca se cansó de buscar que el país progresara.
En los numerosos actos a los que era invitado a tomar la palabra recalcaba lo que la nación había cambiado y la necesidad de mejorar continuamente.
En enero de este año, cuando la Academia de Ciencias de Morelos reconoció su contribución a la divulgación de la ciencia, les dijo a los asistentes a la solemne asamblea de los investigadores -en la que había también muchos jóvenes- que cuando él iba a la escuela el único medio de transporte era el caballo, y no había muchas escuelas, ni internet ni computadoras. "Ustedes viven en un mundo lleno de avances, con cosas que ni siquiera imaginábamos, todas ellas producto del esfuerzo de estos señores (los científicos presentes en el acto) por lo que no me canso de repetir que todo lo que se tenga que hacer para promover la ciencia se debe hacer".
Apenas el pasado 16 de abril, cuando recibió en el Teatro Ocampo el doctorado honoris causa que le entregó la Universidad Internacional José Vasconcelos, a pesar de sus limitaciones físicas el ingeniero Mario Estrada hizo un esfuerzo para mostrar de pie y lleno de orgullo el reconocimiento que acababa de recibir. Allí mostró a todos los que lo conocieron su enorme energía y su gran fuerza de voluntad, que a lo largo de su vida le permitieron emprender exitosamente grandes proyectos, lo mismo empresariales que de beneficio social.