El hombre de los gestos explosivos, apodado el Piojo, precisó la única ventaja que el seleccionado nacional mexicano podría tener frente a la Naranja Mecánica: “hay que saber aprovecharse de la presión que tendrán ellos por ganar".
Holanda fue callada: le metió 5 goles al campeón España y lo mandó derecho a casa.
Si algo le molesta a los mexicanos es que le digan la verdad en su cara. “Holanda le va a meter tres a México y nuestra selección no va a meter ni medio gol”, pronosticó un vendedor de periódicos.
En las redes sociales circulaban varios post, uno de ellos decía: "Un país que le exige más a sus futbolistas que a sus gobernantes está condenado a la mediocridad”; otro: “Si el coco no nos da miedo la naranja menos” y otro más: “Si México y Holanda se midieran no en fútbol sino en el Mundial de todo lo demás, perderíamos por goliza”.
Brasil en casa
En la casa de la familia Rivera Hernández se juntaron provisiones para la contienda: cerveza, chicharrón, barbacoa, nopales y salsa, todo para no pararse un segundo y correr el riesgo de que, ante un leve descuido, la Naranja Mecánica pudiera perforar las redes de la portería de nuestros muchachos.
Pepetoño es el papá, Cinthya la mamá, Mateo el pequeño de 7 meses –hay un pez autista nuevo, el otro sufrió un accidente y se fue al océano-, la suegra que es doña Mechita, la nuera de nombre Gagy y su bebé –Santi-, los cuñados: Víctor y Omar y un invitado: Francisco.
En México y quizá en toda América Latina los aficionados que ven los partidos desde una televisión están convencidos de su gran influencia sobre el resultado; tan es así que evitan que determinados personajes asistan con ellos a la casa designada para que no “echen la sal”.
–Sí, pero que no venga el Vinagrillo; cada que viene ese cabrón pierden los Pumas.
Alguien –una mujer- dijo que los hombres se juntan frente a la televisión nomás para emborracharse; cualquier partido sólo es un pretexto.
–Después se olvidan de la tele y terminan cantando canciones de banda o abrazados diciendo que son como hermanos y tantas pendejadas…–
Los Rivera Hernández apoyan en su totalidad al seleccionado nacional y desde siempre han sabido el papel fundamental que desempeña el jugador número 12 en los partidos del Tri.
Primer tiempo
El árbitro hizo sonar su ocarina y el partido comenzó. En Brasil la primera sorpresa fue que la Naranja Mecánica no pudo hacer su juego de velocidad y grandes pases, penetrando por los extremos y dando surtiendo el centro del área chica para los remates. El equipo mexicano realizó un marcaje muy cerrado
En la casa de la familia Rivera Hernández, Peppetoño se levantó, vio el terreno de juego, saltó a Santi -que jugaba en una colchoneta- y entró sólo y de frente a la cocina. En cuestión segundo salió con una caguama en todo lo alto:
–Como veo doy como veo doy –comenzó a servir…
Al minuto 31 el árbitro suspendió el partido para que los jugadores se hidrataran.
–Mmm ta´ mare. Esa es una ventaja nuestra, la resistencia. Debieron seguir jugando. Pinches güeros, no aguantan nada, ya me hubiera gustado verlos jugar en Zacatepec, en el Coruco…
El tiempo restante no pasó a más. La selección mexicana concretó varias juagadas de peligro, pero como que los muchachos no andaban “sueltos”.
Doña mechita aprovechó para irse a misa…
En el intermedio, mientras en los vestidores del estadio Castelao nuestros futbolistas eran animados por el Piojo, en casa de la familia Rivera Hernández el cadáver cocinado del borrego era objeto de mengua y la epidermis de cerdo frita tronaba bajo la mandíbula batiente de Pepetoño.
Segundo tiempo
Con el pitido del árbitro en Brasil, Pepetoño levantó la cuarta cerveza en casa de la familia Rivera Hernández:
–¿Una caguamita pa’ los nervios? ¡Como veo doy como veo doy!
En la segunda parte del partido México se vio más agresivo que Holanda, pero parecía que estaba jugando a un empate, hasta que al minuto 48 Giovani dos Santos –playera 10- abrió el mercador: nadie se esperaba el gol. En una jugada fuera del área de Holanda Gio sacó un disparo de entre tres contrarios y metió un golazo.
La familia Rivera Hernández gritó y levantó los brazos en señal de triunfo. Mateo comenzó a llorar.
La reacción del equipo holandés no se dejó esperar y comenzó una serie de embestidas que hubieran sido goles de no ser por las intervenciones del portero mexicano Francisco Guillermo Ochoa -Fransuá Meme-.
–¡Nos está protegiendo la Virgen de Guadalupe! –decía uno de los comentaristas.
Pepetoño también reaccionó: solo frente a la hielera, sacó del pelo dos caguamas:
–¡Como veo doy como veo doy!
El tiempo avanzaba en contra de Holanda y en favor de nuestros muchachos. En la luz de los ojos de los espectadores se veía una posibilidad de que México diera esa sorpresa que tanto se esperaba: vencer a Holanda por la mínima diferencia.
–Van a comenzar de nuevo a hacer lo que hacen, a conformarse y les van a hacer el gol –dijo uno de los cuñados de Pepetoño
–Qué tu boca sea haga chicharrón –respondió otro.
–¿A quién le hace falta caguama? Preguntó Pepetoño.
El empate llegó al minuto 88 con un trallazo de Wesley Sneijder - camiseta 10- como resultado de un ataque holandés. Fransuá Meme sólo alcanzó a ver una ráfaga blanca cruzando la línea de la portería y enredándose en la malla.
–¡Qué madrazo! ¡Cómo veo doy como veo doy
Con un arponazo en la espalda la selección mexicana de futbol no pudo resistir los constantes ataques de la Naranja Mecánica y al minuto 92 Rafael Márquez cometió falta sobre Arjen Robben, por lo que el árbitro portugués Predro Proença marcó el penal. Klaas Jan Huntelaar (camiseta 19) cobró la máxima falta y dio la estocada honda a México.
El árbitro silbó el final del partido. Mientras los holandeses se abrazaban por haber pasado a cuartos de final, nuestros muchachos caminaban con la cabeza metida en el pasto del estadio Castelao.
Final en boca de los especialistas
–¡Valió madres!
–Sí. Jugaron como nunca y perdieron como siempre.
–Yayayayaya, mejor destapemos las otras caguamas…