“Vine dos veces, no me lo podía perder; se me ha antojado estudiar ballet tan sólo de ver a las bailarinas, me encanta venir”, Lily, jovencita de Cuernavaca de 14 años de edad.
En el marco de los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana de este 2010, el Bacem desde Morelos se sumó con el programa especial titulado “México, Tiempo y Movimiento”, que a decir de su directora y fundadora, la maestra Martha Pimentel, se trabajó con mucha dedicación y cariño para montar las siguientes obras con las que deleitaron al público:
• Yolteotl (coreografía de Alejandro Silva y música de Anahuaka)
• Ecos (coreografía de Elving Vanegas, música de Johannes Brahms y como intérprete al piano la concertista Silvia Navarrete)
• North of ordinary (dueto) (coreografía de Emmanuelle Lecomte y música de Castro, León, Morales, Elorduy y Villanueva)
• Zapata (coreografía de Guillermo Arriaga, montaje de Olga Ramírez y música de José Pablo Moncayo)
• Danzón (coreografía de Cristina Calatayud y música del Arturo Márquez)
• Jarabe Tapatío (coreografía de Cristina Calatayud y música del Mariachi Vargas de Tecatitlán)
• Tiempo de Mariachi (coreografía de Diego Vázquez, música Cascabel, Son de la Negra y la Culebra interpretados por el Mariachi Vargas de Tecatitlán)
• La Malagueña (coreografía de Eduardo Ruiz y música de Pedro Galindo/Elpidio Ramírez).
La interpretación del Jarabe Tapatío resultó un número sin duda de gran atractivo por su grado de dificultad, pues la bailarina Julia Davis ejecuta el famoso son en puntas, con un hermoso atuendo de China Poblana, tal como lo hiciera la inefable bailarina rusa Ana Pavlova en 1919 durante su gira por México, aunque el resto del programa no desmereció en lo absoluto y brindó un espectáculo de primera, apto para que toda la familia pasara un rato por demás divertido y enriquecedor.
“Da gusto ver el teatro lleno de niños y jóvenes, esto es lo que hace falta para alejarlos de la calle y la violencia; estuvo maravilloso, los felicito”, expresó la señora Denisse de 66 años a su salida del Teatro Ocampo.
En cada una de las funciones imperó el esfuerzo, la dedicación y el trabajo que han hecho posible el crecimiento escénico e interpretativo de la compañía, por lo que al reconocerlos, a bailarines y coreógrafos, al final de la que fue la sexta y última función, la gente les ofreció un cálido y prolongado aplauso que dejó abierta la promesa de su siguiente temporada.