Gustavo “N”, elemento de una empresa de seguridad privada, en ese momento pasó de testigo a sospechoso, y tuvo que declarar que justo en ese momento sus cómplices, los hermanos Blas y Humberto intentaban vender las computadoras en una casa de empeño, ubicada en la avenida Plan de Ayala.
Los defensores particulares intentaron convencer a la juez de Control de que las detenciones fueron ilegales, pues en el caso de Gustavo atenta contra la autocriminación, situación que está prohibida en el sistema penal mexicano, y en el caso de los dos hermanos su defensor, alegó que su aprehensión no se apega a lo que establece el artículo 16 de la Constitución General de la República que establece que para que una persona pueda ser llevada ante un juez es necesario detenerlo en flagrancia del delito o bien a través de una orden de aprehensión.
Gustavo fue llevado a declarar ante la Fiscalía Especializada Contra el Robo en calidad de testigo, y ahí narró una historia que consistía en que la noche del 28 de septiembre al Centro Cultural Universitario se introdujeron dos hombres que lo amagaron con sus armas, le quitaron su radio de comunicación que le fue entregado por la empresa para la que trabaja, así como su teléfono celular y tras apropiarse del equipo de cómputo le dieron órdenes para que no se levantara en 30 minutos.
El hombre había convencido prácticamente a las autoridades, pero al estar terminando de rendir su declaración recibió una llamada que lo puso nervioso y acabó confesando la verdad.
Narró que la realidad es que planeó con sus vecinos robarse las computadoras y para ello les abrió la puerta del lugar, y subieron las cosas a un automóvil.
Para no levantar sospechas provocó daños a la chapa de la puerta de la bodega y horas después reportó el robo a sus superiores.
El defensor de Gustavo insistió que a la segunda declaración no podía dársele credibilidad, pues se autocriminó por la presión que ejerció la autoridad sobre él.
Sin embargo la juez dijo que en este caso ese principio no opera, porque fue conducido a la Fiscalía no como sospechoso, sino como testigo para que la Policía de Investigación Criminal pudiera esclarecer los hechos.
En el caso de los dos hermanos, indicó que si se dan los elementos de la flagrancia, porque fueron detenidos justo cuando iban a vender el equipo, el cual traían en la cajuela y asiento trasero de un automóvil Nissan tipo “Tiida” con permiso de circulación.
Sociedad
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Defensa del guardia que robó equipo de cómputo en la UAEM trató de evitar su procesamiento
Alegaban que indebidamente se autoinculpó y que la detención de sus cómplices fue ilegal, pero el juez no aceptó esas teorías
Una llamada a su teléfono celular fue el detonante que ayudó a la Fiscalía General del Estado a resolver el robo de equipos de cómputo del que fue víctima la Universidad Autónoma del Estado del Estado de Morelos (UAEM), pues hasta ese entonces el testigo había declarado que en el hurto fue despojado de su aparato.
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