Puñados de tierra caían sobre el ataúd blanquísimo que guardaba los últimos restos de Mónica. La familia puso en dos bolsas negras anónimos objetos amados. En el sepulcro también caían flores, llantos, sollozos y en las cabezas de sus familiares, amigos y conocidos, como una película antigua, escenas y diálogos con ella, con Mónica Devain o la “Diva”. Eran las 15:30 horas.
Una mujer cantaba una canción de misa: “Señor, ten piedad de nosotros”. Después, su guitarra sonó las notas de una canción lejana para quien en esos momentos se comenzaba a volver polvo: “Vive feliz ahora mientras puedes…”
Las coronas de flores y demás arreglos fueron cubriendo la tierra amontonada, hasta que la última flor se acomodó en la tumba nueva.
El padre de Mónica agradeció a los asistentes las muestras de cariño que habían tenido para con ella.
Hablaron también sus hermanas y agradecieron la asistencia.
“Mónica era una gran estrella que salía a dar todo en su espectáculo. Ahora saldrá todos los días en lo alto del cielo y dará su esplendor para los que la conocimos, en quienes dejó su amor, sus enseñanzas y su experiencia”, dijo Fernanda Borbón, una de sus amigas.
Bajo el cielo indeciso, el éxodo enlutecido se retiró de la tumba y fue saliendo lentamente del panteón La Leona.
En pequeños grupos iban sus amigas y amigos que horas antes, en la funeraria, le habían llevado una corona que contrastaba con las demás de flores blancas. Ésta tenía flores de muchos colores, unas plumas de ave, un antifaz brillante, como los que le gustaba usar; y una retrato de ella, vestida como para dar un show.
Mónica Devain
Mónica Pineda Rivera tenía un negocio de crianza y venta de perros de raza y daba show en bares y centros nocturnos en los que caracterizaba a Mónica Naranjo, Lorena Herrera, Maricela, Lupita D’Alessio, Lady Gaga, Cher, entre otras estrellas. También se dedicaba a dar masajes placenteros y atendía en su casa, en una colonia localizada al oriente de Cuernavaca, detrás de Plaza Galerías.
Pertenecía al colectivo de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Personas Transgénero. Era muy popular entre ellos porque se solidarizaba en las protestas por la defensa de sus derechos y porque coordinaba y participaba cada año en la Marcha de la Diversidad Sexual.
En el mes de junio del año pasado concedió una entrevista que se publicó en el portal y periódico Conurbados (Año VI, número 92, del 29 junio al 12 de julio 2015). En esa ocasión se le preguntó si consideraba que era riesgoso recibir a personas desconocidas en su domicilio.
Ella contestó que sí, pero que era un riesgo que le permitía dedicarse a lo que ella le gustaba. Relató que algunas veces había tenido que lidiar con hombres que se ponían pesados, pero que los había podido controlar; también dijo que hubo una vez que sí le dio miedo:
“Un cliente me pidió un servicio. Era una persona común y corriente. Cuando terminó, fue al baño y dejó su cartera en un buró. Yo la vi, estaba gorda de mucho dinero. Cuando regresó del baño fue directo a su ropa, sacó una escuadra y fue hacia la cartera y contó su dinero frente a mí. A mí eso me aterró. Luego, con la pistola en la mano me dijo ‘está completo mi dinero. Una amiga tuya me robó mi dinero y yo sólo quería encontrar no a la que me robó sino quien me la pagara. Sinceramente yo esperaba que tú tomaras un billete de éstos, eso esperaba yo para meterte una bala en la cabeza’”.
La acompañó un amigo al hospital
El lunes 8 de febrero de este año, alrededor de las 22 horas, Irving Salgado Solano la acompañó en la ambulancia hasta el área de urgencias, en el Hospital José G. Parres, en donde entró inconsciente y en el cual falleció a eso de las 22:30. Llevaba varias puñaladas en el cuerpo, al parecer causadas por un taxista por razones que se ignoran y que están siendo investigadas por la autoridad correspondiente.
“Cuando la acompañé en la ambulancia respiraba pero no se movía. Estoy contigo, te voy a acompañar, le dije. El último instante que la vi fue cuando los camilleros la ingresaron al hospital, aunque prefiero recordarla platicando, muy animada, días antes en su casa, sobre la marcha por la diversidad sexual”, platicó Irving.
En el muro de Facebook de la Marcha por la Diversidad Sexual Morelos, sus compañeros le rindieron un homenaje subiendo fotografías y videos con un texto:
“Nuestra comunidad está de luto. Hoy nos deja una artista, compañera, amiga y excelente ser humano, para unirse al firmamento como una gran estrella. Reconocemos la labor y entrega por nuestra comunidad, por hacer un mundo mejor, por compartir el sueño de un lugar más digno y más libre... por una lucha inquebrantable por nuestros derechos y por estar siempre a nuestro lado. Descansa en paz #Monica_Devaine, tu luz nos alumbrará hoy y siempre”.
Violeta Luna, amiga suya, escribió sobre la “Diva”: era disciplinada y estricta con los asuntos del espectáculo, nos ayudó a montar a mí y a otras amigas dos coreografías que presentamos en agosto pasado durante la onceava marcha de la diversidad, tenía en su haber un gran repertorio de imitaciones de artistas, su vida era el show y quienes estábamos a su alrededor lo sabíamos, no toleraba un mal ‘playback’, confeccionaba sus trajes y ‘hechizaba’ con su particular estilo. Siempre me sentí privilegiada de contarla entre mis amigas, voy a extrañarla demasiado.
Vivió como ella quiso
Mónica vivió como una mujer. Desde su adolescencia abandonó el nombre de Sergio Javier, como lo bautizaron sus padres. Estaba en vías de cambiar su nombre de manera oficial y legal por el de Mónica Pineda Rivera y tenía entre sus planes hacerse el cambio de sexo.
Mónica fue un una persona transgénero, sin traumas, sin rencores, ni resentimientos. En una entrevista, confesó que había tenido problemas con su familia, principalmente con su padre, pero que él tuvo un gesto que lo hizo respetarlo más de lo que lo respetaba:
“Cuando estudiaba en la secundaria, mis amigos llegaron a buscarme a la casa. Tocaron la puerta y abrió mi papá, un hombre que toda su vida fue un machista. Los chicos preguntaron por mí y dijeron que buscaban a fulano de tal, mi padre preguntó de nuevo que a quién buscaban y los muchachos dijeron de nuevo fulano de tal. ‘No, aquí no vive esa persona’, dijo mi padre. ‘¿Cómo que no? si hemos venido varias veces a visitarlo’, respondieron mis amigos. ‘Dije que no. Quien vive acá es mi hija, Mónica. ¿La buscan a ella?'. ‘Sí, sí’, dijeron los chavos”.
“Entonces mi padre gritó desde la puerta ‘¡Mónica, te están buscando tus amigos!’ y yo bajé corriendo. Desde entonces respeto mucho a mi padre, entendió, me entendió, y desde ahí nos llevamos muy bien”.