Los doctores, expertos en nutrición y salud del INSP Juan Ángel Rivera Dommarco, Simón Barquera Cervera, Salvador Villalpando y Sonia Hernández Cordero firmaron un documento que se hizo público, a través del cual exponen su posición sobre dichos lineamientos, que este viernes la Secretaría de Educación Pública (SEP) envió a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria y que contiene modificaciones al original, en respuesta al dictamen que esa instancia había presentado el pasado 22 de julio.
Los especialistas señalan que la nueva versión enviada por la SEP presenta importantes avances en cuanto a la regulación de la disponibilidad y venta de alimentos en las escuelas, ya que hasta ahora no existía regulación sobre la calidad nutrimental de los alimentos disponibles en las escuelas, lo que permitía la presencia de alimentos y bebidas que aumentan el riesgo de obesidad y enfermedades crónicas.
Consideraron que los nuevos lineamientos aseguran la disponibilidad y promoción del consumo de la combinación recomendada de alimentos y bebidas para conformar un refrigerio escolar saludable, que está constituida por verduras, frutas, agua y una porción de las preparaciones de alimentos tradicionalmente vendidos en las escuelas o enviados como colación por los padres, como pueden ser tortas, sándwiches, quesadillas u otras, que cumplan con los criterios establecidos de elaborarlos con bajas cantidades de calorías, grasas, azúcares y sodio, de acuerdo a recetarios que serán distribuidos por la SEP a vendedores de alimentos y padres de familia.
Los expertos destacan que a pesar de la presión de la industria por evitar la aplicación en sus productos de los criterios establecidos en los lineamientos originales, “se eliminarán de las escuelas los refrescos y otras bebidas con azúcares añadidas y se excluirá alrededor del 90% de las botanas y 40% de los pastelillos actualmente en el mercado, durante el primer año de implementación de los lineamientos y cerca del 100% y 85%, respectivamente, en el tercer año de su aplicación”.
Celebraron que en dicho documento, de orden federal, se establece la ampliación de los contenidos curriculares en materia de educación alimentaria y nutricional y la promoción de actividad física.
A través de dicho comunicado, los investigadores sostuvieron que “actualmente la industria está empaquetando algunos productos en porciones pequeñas que cumplen con las cantidades máximas de energía establecidas en los lineamientos, pero que tienen alta densidad energética, es decir muchas calorías por gramo, ofertando con ello ‘mini porciones de alimentos poco saludables’. La oferta de estos productos podría llevar al consumo de varias porciones de estos alimentos, aumentando el riesgo de obesidad”.
Los especialistas alertaron que “debido a que en la nueva versión la industria no tendrá que aplicar los mismos criterios que se le exigen a las preparaciones de alimentos en cuanto a grasas saturadas y azúcares, es recomendable que los padres de familia, los maestros y la sociedad civil participen activamente en el cuidado de la salud de los niños.
Conforme a dicho comunicado, los investigadores del INSP destacaron que “un motivo de preocupación sobre los nuevos lineamientos, lo constituye la promoción del consumo de alimentos endulzados mediante edulcorantes artificiales en el contexto escolar, los cuales son utilizados actualmente en el mercado en los productos denominados como “light”. La autorización de su consumo en las escuelas no tiene la aprobación de los expertos en nutrición del Instituto Nacional de Salud Pública, debido a que la evidencia sobre la seguridad de estos productos durante la niñez no es concluyente. Es decir, no existe evidencia suficiente sobre la seguridad de los edulcorantes cuando su consumo inicia en edades tempranas y su exposición se da por períodos prolongados. Más aún, no hay datos disponibles sobre las consecuencias del consumo a largo plazo de estos productos, sobre todo en niños, debido a que la introducción de varios de los edulcorantes artificiales en el mercado de alimentos se dio a partir de la década de 1980.
Refirieron que “la evidencia no concluyente sobre la seguridad del consumo de edulcorantes artificiales en niños ha llevado a un Comité del Instituto de Medicina de los Estados Unidos a recomendar que no se permitan en el contexto escolar, por los posibles riesgos a la salud. El INSP concuerda con las recomendaciones de dicho comité.
Un segundo argumento para no permitir el uso de edulcorantes en las escuelas es la evidencia de que el gusto por el sabor dulce es un hábito que se aprende en etapas tempranas.
Con la autorización y promoción del consumo de bebidas con edulcorantes artificiales en las escuelas se estará fomentando el gusto por el sabor dulce, lo que podría llevar a mayor consumo de alimentos y bebidas endulzados a lo largo de la vida, así como a un menor consumo de agua. La oportunidad de que los niños aprendan en la escuela a consumir agua, como la bebida hidratante por excelencia, corre el riesgo de ser poco efectiva al introducir bebidas dulces.
Finalmente, los citados expertos expusieron que “la autorización de productos endulzados mediante la adicción de edulcorantes artificiales debe reconsiderarse en el menor tiempo posible mediante la participación del gobierno, la sociedad civil, incluyendo a los padres de familia, los maestros y la academia”.