Desde el día anterior, se había dedicado a echar culpas ajenas por los “daños colaterales” de “su lucha” contra el flagelo del narcotráfico al culpar a Estados Unidos de armar a grupos delincuenciales y en su mensaje a los estudiantes que se graduaban arremetió contra el Partido Revolucionario Institucional (PRI), sin tomar en cuenta que cuando hay cola que le pisen más vale abstenerse de lanzar acusaciones y máxime si son motivadas por intereses electoreros para favorecer a su partido, Acción Nacional.
Las crónicas lo dicen todo, sin mencionarlo por su nombre, en Estados Unidos, arremetió contra el PRI el presidente Felipe Calderón Hinojosa, al afirmar “haber encabezado un régimen autocrático, de un solo partido, que masacraba estudiantes y desaparecía oponentes”.
En la Universidad de Stanford, donde participó como orador en la ceremonia de graduación de 4 mil estudiantes, el mandatario mexicano recordó que un día le escuchó decir un ya “basta” a su padre Luis Calderón Vega, frustrado por los abusos de poder que se cometían y porque sus esfuerzos resultaban inútiles frente a los votos y victorias que le robaban a su partido, el Acción Nacional.
En ese afán de que todo lo bueno es del él y todo lo malo es del pasado, relató a su audiencia académica una historia personal de la cual se enorgulleció por haber seguido el consejo de su padre con una cruzada que calificó de “heroica y utópica”, ya que finalmente hubo una transformación en México, para luego ufanarse de que contra todo pronóstico él fue elegido presidente en 2006.
Nunca jamás contó que desde el mismo cielo le recordarán los 40 mil muertos y la petición social de “no más sangre”. Una manta que surcó el cielo, exacto, arriba del estadio de la Universidad de Stanford donde se celebraba la ceremonia de graduación, que le recordaba los 40 mil muertos habidos en México, frustró el gozo del presidente Calderón Hinojosa y afuera de la casa de estudios otro grupo, principalmente de estudiantes, se manifestaba en contra de la presencia del jefe del Ejecutivo mexicano.
Una avioneta arrastró durante todo el acto la manta con la frase en inglés “40,000 dead. How many more?” (“40 mil muertos. ¿Cuántos más?”). El presidente Felipe Calderón no pudo evitarlo, desvió la mirada de su texto y su rostro se ensombreció. El zumbido del motor de la aeronave acompañó en todo momento la perorata del orador principal en la ceremonia de graduación de cerca de 4 mil estudiantes, lo que obligó que el mandatario pusiera fin a su intervención y abandonara el lugar.
Un profesor de origen latino declaró que no le sorprendía esta manifestación de inconformidad. “Muchos sí querían escucharlo, pero otros no, y tienen derecho a protestar mientras no se acerquen al Presidente.” Y cumplieron; nadie se acercó. A muchos metros de distancia del orador la estadística roja del combate a la delincuencia dio vueltas y ensombreció el acto.
Moraleja: cuando tengas cola que te pisen, nunca intentes criticar o descalificar a otros. Congestionante el momento, que irremisiblemente fue recogido ya por la historia.