Primeramente fueron los integrantes de las corporaciones policíacas en todos sus niveles, ahora los aspirantes a jueces orales, se anuncia que quienes busquen ser magistrados del Tribunal Superior de Justicia, y así poco a poco, a todo aquel que lo intente en el ejercicio público, y no dude que después en el privado, serán condicionados a la aplicación de estudios que –según dicen- pueden medir “la confianza”.
La esperanza firme que se tiene de alguien o algo. Seguridad que alguien tiene en sí mismo. Presunción y vana opinión de sí mismo. Ánimo, aliento, vigor para obrar. Familiaridad o libertad excesiva. Pacto o convenio hecho oculto y reservadamente entre dos o más personas, particularmente si son tratantes o del comercio. Así define, entre otras acepciones, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua lo que entre mexicanos hemos perdido y que ahora se advierte es medible, puede tener graduaciones.
En Morelos corresponde al Instituto de Formación y Profesionalización Policial (cuyo sitio de internet está en construcción y no puede ser consultado a fondo) la aplicación de los exámenes de Control de Confianza. Al igual que en el nivel federal, quienes acreditan las evaluaciones de conocimientos generales y aptitudes físicas son programados para los exámenes de control de confianza que aplica el Centro de Evaluación y Desarrollo Humano de la Procuraduría General de la República, los cuales son: Psicológico, Poligráfico, Médico-Toxicológico y Entorno Social y Situación Patrimonial. Las denominaciones hablan por si mismas.
Estas evaluaciones se califican de manera global, de donde se obtiene un solo resultado Apto o No Apto. El resultado es inapelable, y los aspirantes que resulten No Aptos (NA), no podrán participar en otros procesos de reclutamiento y selección de la Procuraduría General de la República y en su caso en área estatal.
Hay voces que exigen que todos los aspirantes a puestos de elección popular deben ser sometidos al examen de control de confianza; que quienes busquen una curul o escaño, una regiduría, una Presidencia Municipal, la gubernatura de algún estado y por supuesto la Presidencia de la República, deben ser analizados con este método.
Lamentable, en todos sentidos, que vivamos en una constante de defensa, es decir, atendiendo más de quien podemos ser víctimas o de quien protegernos, que con la mira hacia delante con objetivos bien marcados, sin distracciones, con posibilidades de crecimiento individual o grupal.
Es más nuestro miedo e incertidumbre cuando iniciamos el día, nos debatimos internamente sobre la ruta a tomar y nos alertamos para evitar espacios peligrosos y solitarios. El reto diario es regresar sano y salvo a casa después de la jornada diaria. Quienes gozamos de la paternidad deseamos y prevemos. Deseamos que para nuestros hijos todo salga bien y que los tropiezos sólo sean aquellos que la vida entrega naturalmente o los que uno busca por falta de empeño, pero nunca que sean víctimas de la inseguridad, del abuso o de la extorsión. Esa inquietud nos mantiene molestos todo el día hasta verificar su sano regreso y día cumplido.
Desde siempre hemos vivido con dos conceptos, la humanidad es así: bajo un voto de confianza o ante un abuso de confianza. Cada uno se ubica, conforme a sus valores y experiencia de uno u otro lado. No hay niveles, ni escalafones; imposible creemos nosotros, confiar y no hacerlo, sobre una misma persona al mismo tiempo. Puede perderse la confianza y recobrarse, aunque nuestras antenas bien extendidas en el segundo caso, habla ya de desconfianza.
Claro, para todo hay salida. En el caso de los jueces orales en Morelos es una “belleza jurídica” la planteada por el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia:
“Lo que pasa es que los criterios son distintos, no es lo mismo evaluar a un policía o a un mp, o a un juez y los resultados que obtuvimos en caso de nosotros sólo fue no aprobado, pero las razones no nos la dan porque es una cuestión confidencial. Es por ello, que ahora vamos a establecer un sistema de evaluación, pero gradual, el sistema anterior era un tanto aislado, ahora lo que vamos a hacer es juntar todas las etapas y se le va dar un puntaje a cada una de ellas”.
Claro faltaba el argumento de fondo, el jurídico, lo recoge la compañera Maciel Calvo en nuestro diario:
“De hecho estaríamos violentando la Constitución si lo impedimos. O sea ellos sabrán si es que lo intentan, ellos sabrán como salieron (en su evaluación de control de confianza anterior)”, respondió Falcón Vega, quien insistió en que el Instituto de Evaluación, Formación y Profesionalización del Estado de Morelos no detalló los resultados de los exámenes para evitar violentar el derecho legal a la intimidad y dignidad de las personas.
Este caso es sólo un ejemplo de lo que hacemos entre nosotros mismos, a pesar de la amenaza de vulnerar a nuestras instituciones, cuando las cosas no nos salen a modo, a pesar de lo que quisimos medir: la confianza, debiera ser definitorio.
Pero concluyamos. La confianza no puede ser medible, eso sí es contrario a los derechos humanos. Nadie es culpable hasta que se le demuestre lo contrario. Las cartas de antecedentes no penales ya no son requisito laboral. La presunción de inocencia ahora, antes ser presunto culpable, son las bases del sistema penal mexicano. Ahora queremos medir lo no medible.
De la sola mirada nacen las relaciones humanas; se hacen o no negocios. Del saludo puede saberse todo. Recordemos a Martí: “Cultivo una rosa blanca en junio como enero para el amigo sincero que me da su mano franca. Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo; cultivo la rosa blanca”.