Nombres como el de José Francisco Coronato Rodríguez son ubicados con gran aceptación social pero además se les reconoce por la congruencia con la que sus vidas han sido desarrolladas y bien llevadas. Pareciera que hoy el tema de la familia es obsoleto y hasta a veces estorboso; los amoríos de oficina, las distancias y ausencias, la carencia de comunicación, la falta de atención para con los hijos, y como consecuencia las separaciones, divorcios, nuevas aventuras, son cada vez más frecuentes y hasta símbolo o ejemplo a seguir para triunfar en el quehacer político.
Al contrario de estos factores, gente como Coronato, en una dinámica del adulto moderado, retrata a la familia, la unidad, la cultura como forma fundamental de desarrollo, la lectura como hábito indispensable y la experiencia como carta de presentación.
Alejados de adulaciones o intereses, escribimos estás líneas porque el interés de personajes de ese tipo por regresar a la labor pública es de considerarse y analizarse, porque tiene un significado mayúsculo: desesperación y tal vez hasta enojo consigo mismos, de ver cómo nuestro país se hunde y las nuevas generaciones equivocan el rumbo ante la falta de empleos, educación y proyecto de nación y ante ello el mantenerse estáticos y en la comodidad de sus negocios, prestigio y tranquilidad.
Francisco José Coronato Rodríguez, en su adultez, ha demostrado su andar bajo el concepto del respeto a los derechos humanos como factor irrenunciable en su actuar. Tal vez, cuando esta tesis fue presentada al equipo del gobernador Marco Antonio Adame Castillo para alcanzar la titularidad de la Procuraduría General de Justicia de Morelos, no fue valorada en la dimensión correcta; nosotros creemos que la apuesta fue ante su prestigio, preparación y solvencia moral.
Después de conocerse la limitación que Suprema Corte de Justicia de la Nación puso sobre el fuero militar ante una sentencia de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, sobre el conocido caso Radilla, por supuesto que el tema no sólo se vuelve indispensable sino necesario en la visión de gobernar y legislar.
El abogado Coronato ha caminado por un rumbo firme; su ubicación como ombudsman lo presentó como un luchador social decidido. Incómodo ante la autoridad y después como procurador institucional.
En fin, como ellos dos, seguramente hay maduros, adultos, jóvenes, mujeres, hombres, con ánimo de hacer y de aportar. La política, por lo menos eso nos han hecho ver, está mal entendida. Hoy quienes arriban buscan y alcanzan el enriquecimiento; el servicio a la sociedad es tan sólo mito y estorbo.
Como ellos, hay ciudadanos con ánimo de ser candidatos, tal vez las llamadas candidaturas ciudadanas sean una alternativa. Puede ser que la propuesta de llevar ciudadanos con bandera partidista sea la otra. No lo sabemos, pero en definitiva esta elección de 2012 debe ser la última con esos cerrojos que solamente han generado grandes fortunas a unos pocos y han dejado en el abandono a la gran mayoría de mexicanos.