Convergencia, en su intentona por aprovechar la figura de las candidaturas ciudadanas, firma acuerdos y asevera cumplir con esos espacios, esas candidaturas, en personajes apartidistas que gozan de credibilidad, prestigio y presencia.
En el Partido Acción Nacional los personajes y reacomodos son bienvenidos. 60 personajes han de definir el futuro inmediato de este instituto político que tiene el gran, grave, enorme reto de mantener el gobierno estatal y tratar de remontar su presencia en el Congreso. La presidencia municipal de Cuernavaca sería la cereza del pastel, aunque se ve lejana, muy lejana la posibilidad.
Acción Nacional tiene una gran disyuntiva: ir con los de siempre, que la “sagrada familia” y sus ad lateres mantengan en su haber candidaturas y oportunidades o abran la puerta a nuevos talentos formados en las lides y batallas recientes aunque no formen parte de sus filas. Citamos por ejemplo a Fernando Manrique Rivas, quien alcanzó el mayor número de preferencias en el Consejo de Cuernavaca y ahora fue reconocido con el aplauso en el estatal.
Igualmente, resalta la figura de Alejandro Villarreal Gasca, secretario de Planeación y Finanzas, quien trabaja por una candidatura ciudadana que le llega por su leal y honesto desempeño. Prácticamente la puerta se le ha abierto sola ante el desempeño y antecedentes de aquellos que buscan la misma posición por la gubernatura del estado.
La no inclusión, y que conste que eran suficientes espacios para lograrlo, de Javier Bolaños Aguilar y sí la de la joven Mariana López Vieyra, hace notar entre los “javieres” quién tiene o mantiene mayor fuerza, presencia, influencia, poder, proyección, independientemente del cargo que actualmente se ostenta. Lucha añeja e interesante.
En el Partido de la Revolución Democrática, los acuerdos apuntan a que las negociaciones entre Matías Quiroz, Cristina Balderas, David Martínez y Fernando Pacheco Godínez han recaído a favor de este último; por supuesto que el próximo 10 de septiembre habrá de definirse. El respeto a los acuerdos no es fácil entre las diversas corrientes que convergen en la izquierda morelense; sin embargo, la labor y trabajo en beneficio de la unidad en la que se ha empeñado su actual dirigente, Juan Ángel Flores Bustamante, han dado resultados.
El joven político demostró liderazgo y hasta el momento le es reconocido su trabajo independiente; su cercanía y preferencia pública por la figura del senador Graco Ramírez Garrido Abreu no han sido ni factor de desunión, ni de parcialidad, ni de inclinación. Por el contrario, siempre ha sido actor a favor de una izquierda unida ante el gran compromiso que se avecina.
En el Partido Revolucionario Institucional se advierte su desmembramiento. La batalla ante los intereses de la dirigencia estatal que no son los mismos que la de varios diputados de esa fracción parlamentaria, trae como consecuencia la solicitud de expulsión de varios diputados.
Amado Orihuela Trejo, en su calidad de presidente del Comité Directivo Estatal, pidió a su dirigencia nacional iniciar un proceso de expulsión en contra de Jorge Arizmendi García y lanzar un extrañamiento político en contra de los diputados Lilia Ibarra, Javier Mújica, Julio Espín y Jovita Herrera, quienes recientemente se rebelaron a la línea legislativa acordada por la mayoría de los integrantes del grupo parlamentario del tricolor.
Avalado por el coordinador parlamentario del tricolor, Omar Guerra Melgar, fue enviado un escrito al dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, a quien se le solicita su inmediata intervención para someter a la institucionalidad a un grupo de legisladores de ese partido. En el documento se da cuenta de la “indisciplina partidista y política” que han cometido los diputados Jorge Arizmendi, Julio Espín Navarrete, Lilia Ibarra, Javier Mújica y Jovita Herrera, quienes se han negado a respaldar los acuerdos y estrategias políticas establecidos entre la mayoría de los diputados que integran el grupo parlamentario del PRI.
La lucha preelectoral en el PRI, queda claro, no será similar a la nacional. El debate de altura que se vive entre Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto, muchas veces con la necesidad de entenderlo entre líneas, en nuestra entidad es burdo y salvaje. Unos que ya se creen y otros que creen poder. Los que saben que pueden y otros que desean detenerlos. La racha triunfadora tricolor, la “ola roja” como gustan llamarla, puede sufrir tremendo descalabro en Morelos de continuar esas actitudes en estos momentos en que la unidad es factor indispensable para ganar la confianza social.
El Partido Convergencia, por su parte, en una hábil estrategia, anuncia la apertura de sus puertas a la sociedad morelense para las próximas elecciones constitucionales de 2012. La figura de candidaturas ciudadanas que se advierte imposible sea aprobada por los legislativos nacional o estatal, son la carta de presentación de esta alternativa que ha sabido sortear triunfos importantes en la república mexicana.
Convergencia no es un partido que juegue al mejor postor o que se asocie de manera cómplice con el que mayor cantidad de votos le asegure; ha seguido una línea de izquierda moderada bien vista y aceptada. Ahora con esta posibilidad tal vez sacrifique su pensamiento ideológico pero seguramente buscará en el pensamiento de sus candidatos lo más cercano a su propuesta.
Apenas en Morelos se firmó una carta compromiso con la Federación de Colegios y Asociaciones de Profesionales del Estado de Morelos, que le permitirá unificarse socialmente, según explicó su dirigente Luis Alberto Machuca Nava.
Ésta es la realidad a la fecha. Sabemos que los cambios, arreglos, traiciones, subidas y bajadas, escisiones, regresos, despidos, renuncias, invitaciones, negociaciones, idas y vueltas, serán el factor común. Desafortunadamente, el ciclo electoral se cumple pocas veces para bien, la mayoría de las veces, lo menos malo, para continuar en una cultura basada en la desconfianza por sobre la cultura de la democracia.
Al aire
Se da la destitución, no sabemos si es reubicación, pero no se ha aclarado si es investigación, en la 24ª Zona Militar. Sin embargo, la familia de Jethro Ramsés Sánchez Santana continúa en la incertidumbre. Ha declarado no confiar en los avances en la investigación y la duda más grande es saber si el cuerpo sobre el cual se hacen análisis es o no el de su hijo.