Aunque es cortés al considerar el trabajo de sus antecesores, en su calidad de delegados, la CNOP en nuestra entidad era solamente siglas y un recuerdo. Actualmente, recibe 20 mil pesos mensuales para su operación y con ello debe emprenderse el acercamiento con los múltiples grupos organizados que conforman las zonas urbanas de nuestra entidad.
La Confederación de Trabajadores de México, cuyo mando prevalece en la figura de Vinicio Limón, y de la Confederación Nacional Campesina, que todo apunta a que se amarre Félix Rodríguez Sosa –falta saber el resultado de la impugnación de la diputada Rosalina Mazari Espín a la convocatoria- como su líder, y de la CNOP serán elementales en el esfuerzo por la conquista de la gubernatura morelense, su Congreso y la mayor cantidad de Ayuntamientos posibles.
Los llamados a esa “unidad” se dan desde diferentes espacios y en grupos que nacen conforme conviene a los actores. Apenas cuando llegó el momento de la definición por la dirigencia del PRI en Morelos, ante un amplio impaz que postergó la convocatoria, en abono precisamente de esa “unidad” –según explicaron en su momento los diferentes delegados especiales enviados desde el Comité Ejecutivo Nacional tricolor-, las fuerzas del presidente municipal de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós, y las del candidato Amado Orihuela trabajaron de último momento a favor y en abono de la misma.
Enfrente estaba el equipo encabezado por Maricela Sánchez Cortés, siempre secundado por Guillermo del Valle, en la búsqueda de mantener ese control, ella como secretaria general y Julio Espín como “titular”. En aquel momento las posturas, a pesar de los múltiples llamados a la mentada “unidad”, fueron irreconciliables. La apuesta democrática definió.
Ahora, la historia ha cambiado. Aquel equipo “unificado”, que hombro con hombro conquistó el PRI Morelos, tiene dos visiones distintas sobre los espacios que habrán de jugarse en la elección de 2012. Amado y Manuel por supuesto que quieren la principal, pero, ¿cuál es el mecanismo idóneo? ¿El que le garantice a uno u otro la candidatura? ¿El que le permita al PRI entrar a una contienda con posibilidades? ¿El que asegure la “unidad” de sus actores?
Hoy aparecen “unidos” los equipos de Manuel Martínez Garrigós y Maricela Sánchez Cortés. Ambos le apuestan al escrutinio, dicen ellos, de las bases. Una elección abierta, a través de urnas; en la medida de lo posible, no manipulable por el Comité Directivo Estatal ni por el Ejecutivo Nacional. Un ejercicio democrático, exigen los líderes de estos proyectos.
Asimismo, en “unidad”, aparecen Amado Orihuela, Jorge Meade, Francisco Moreno y hasta Jorge Morales. Ellos le otorgan en conjunto un voto de confianza al Consejo Político Estatal, bajo el argumento de ser el único facultado para la definición de los procesos, para emitir la convocatoria en el esquema que más convenga a la “unidad partidista”.
Los meses avanzarán y quienes conforman estos equipos buscarán reacomodos. La posibilidad del triunfo priista en Morelos no está escrita y no existe garantía para ello. El candidato presidencial por supuesto que les será favorable, sea Enrique Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones o cualquiera otro; sin embargo, consideramos que será muy difícil que esa “ola azul” que se convirtió en tsunami en 2000, pueda repetirse ahora como “marea roja”.
Las nuevas generaciones, en especial la que votará por primera vez, no saben ni ubican históricamente a los gobiernos priistas. Para ellos, no hay debate entre unos y otros. A sus siete años, inició el gobierno de Vicente Fox Quesada; sólo dos presidentes han marcado sus vidas: el propio guanajuatense y el actual, Felipe Calderón Hinojosa.
Los beneficios y los males, las buenas y las medianas, en su estilo de vida, sólo son consecuencia de los gobiernos encabezados a nivel nacional por el Partido Acción Nacional. Las referencias que sus padres puedan hacer de Zedillo, Salinas, De la Madrid, López Portillo, Echeverría, no les dice nada; para ellos, sólo es Fox y Calderón la referencia de la política.
En nuestro estado, este fenómeno es idéntico: Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo son quienes han dirigido políticamente Morelos, y no hay recuerdo distinto. Los García, Morales, Carrillo, Rivapalacio y Ortega, con suerte y los consulten en los libros, pero no significan nada para su decisión electoral.
La diferencia entre la anterior y la próxima contienda electoral presidencial, y en nuestro caso, gubernamental, legislativa y municipales, estará centrada en la captación de ese voto de primera vez que además dependerá mucho del uso y destreza en el manejo de los medios digitales y las telecomunicaciones. Redes sociales, el video, envío de datos y penetración en una generación que no sólo vive alejada de la política, la desprecia y no entiende.
El PRI, y los demás institutos políticos, tiene frente a sí un gran reto: demostrar que existe por encima de todo, la mística de servicio. El trabajo en “unidad”, consideramos nosotros, puede ser un factor que otorgue confianza y atraiga el voto, pero…. ¡Cuidado!
La “unidad”, como lo apunta Palma César y se hace patente a nivel nacional, es un elemento si no fundamental, sí recomendable. Claro que el concepto de unidad para los actores políticos no es el mismo que para nosotros, como simples mortales, concebimos. Para ellos, “unidad” no es el trabajo en conjunto, “unidad” es uno.