Rafael Rubio Quintero, secretario de Obras del Ayuntamiento, amablemente nos explica: Fundamentalmente consistió en la adecuación del programa y los ordenamientos de carácter federal y estatal en materia ambiental, a fin de que las disposiciones que establece el Ordenamiento, se vinculen con dichas disposiciones y éstas garanticen una eficaz aplicación. Con ello, se podrán concebir obras de infraestructura y equipamientos de interés público en Cuernavaca.
Se trata de lograr la congruencia entre los instrumentos de planeación urbana y ambiental; el Programa de Desarrollo Urbano considera ahora usos y actividades compatibles con el Programa de Ordenamiento Ecológico del Territorio del municipio de Cuernavaca (POET). Antes de la modificación –falta su publicación e inicio de vigencia-, había restricciones o prohibiciones en usos y actividades respecto de los cuales las personas ya cuentan con derechos adquiridos.
Estas modificaciones al Programa de Ordenamiento Ecológico del Territorio del municipio de Cuernavaca (POET) fueron discutidas, consensuadas y aprobadas en el seno del Comité de Ordenamiento Ecológico Territorial (COET), el cual está integrado por representantes del gobierno federal: Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol); del gobierno estatal: Comisión Estatal del Agua y Medio Ambiente (CEAMA) y la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas (SDUOP); del Ayuntamiento: Presidencia, Secretaría de Desarrollo Urbano, Obras y Servicios Públicos Municipales y Medio Ambiente (SDUOSPMyMA), y Secretaría de Turismo.
Nos advierte el funcionario que también participaron representantes de la sociedad civil organizada, representantes de comunidades agrarias, “Guardianes de los Árboles”, integrantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen) y de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Consejo de Hombres de Negocios.
Por su parte, el delegado en Morelos de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), José Luis Negrete, ha manifestado su conformidad con el paso dado por el cabildo capitalino, toda vez que existen “mejoras” en el aspecto jurídico.
Las adecuaciones legales facilitarán la construcción de infraestructura carreteras o de acondicionamiento para agua –citó ejemplos- y destrabará obras que el municipio iniciaba y se entrampaban legalmente, porque cualquiera podía interponer una demanda.
Es absurdo pensar o siquiera suponer que un Ayuntamiento, sus autoridades, el cabildo, apruebe modificaciones que busquen la afectación del entorno ecológico, pero por supuesto que tampoco es válido que existan bajo ese concepto toda clase de restricciones que eviten el crecimiento, el desarrollo y el desenvolvimiento de la ciudad.
Ejemplo reciente es la movilización social que evitó la construcción de una planta tratadora de aguas residuales dentro de uno de los predios que conformarán el Parque Tlaltenango. La obra beneficiaría a los habitantes de la zona al captar lo que hoy, y ellos mismos lo saben, se descarga en barrancas o fosas sépticas que no cumplen, la mayoría de ellas, con las características técnicas correctas, dañando los mantos friáticos.
La planta que obligaron integrantes de la sociedad, mal orientados, es más engañados, trataría 25 l/s (litros por segundo). Esto es un aproximado de 2’160,000 litros diarios que actualmente llegan sin tratar al río Apatlaco.
De haberse permitido la obra, los beneficios eran inmediatos: Toda el agua tratada se regresaría a la naturaleza bajo las normas establecidas por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Comisión Nacional del Agua. Esto aportaría a mitigar de forma importante la contaminación existente en las barrancas de esa zona.
El agua tratada puede ser utilizada para riego en parques, jardines, camellones y en la propia agricultura.
El alegato, engaño mejor dicho, fue en el sentido de que una planta tratadora de aguas residuales habría de contaminar la zona, cuando su construcción, función y permanencia es exactamente lo contrario. El proceso de dicha planta es lograr, en un espacio reducido, lo que un río logra en 180 kilómetros aproximadamente, siempre y cuando no se siga inyectando agua negra. Eso, precisamente, fue lo que hicieron abortar, –insistimos-- engañados, vecinos de Tlaltenango.
Nada que ver el fenómeno, que sirvió de argumento, que vive cíclicamente el Estado de México con el canal de La Compañía. Éste es un fenómeno en el cual se trabaja desde hace varios años para resolverlo.
En el caso que nos ocupa del POET, con su aprobación, será posible la construcción, con dinero federal, del libramiento norponiente, el cual permitirá que el actual libramiento (autopista México-Acapulco en su tramo de Cuernavaca) sea entregado al municipio y se integre a la dinámica de la ciudad.
Los paseantes, aquellos que no vengan a la capital de Morelos, tendrán paso franco por el Libramiento y con ello se logrará el desahogo tan necesario para el tránsito local.
El POET es un programa en el que participan ambientalistas pero también autoridades; nadie es su propietario. Fue una mayoría contundente la que previos estudios, y claro, mucha política, lo modificó en cabildo.
Al desarrollo y al crecimiento no se puede oponer nadie; hacerlo dentro de los cauces legales y bajo esquemas bien proyectados es una obligación. Pensar que Cuernavaca no incrementará su mancha urbana con o sin POET es un absurdo. Mejor así, con reglas claras y con proyección a futuro.