Fue directamente el presidente de la Mesa Directiva del Congreso, Julio Espín Navarrete, quien anuncia –sin recato, vergüenza o pudor- el que al 22 de septiembre, los 286 millones 600 mil pesos que conforman el presupuesto para ejercer durante este año, se han ejercido.
“Hubo gastos no contemplados”. ¡Vaya soporte financiero! ¡Qué facilidad y ligereza ante lo que significa la responsabilidad del dinero público! ¡Qué contradicción ante el Poder que tiene bajo sus facultades la aprobación, seguimiento y sanción de los dineros que manejan los otros dos poderes: Ejecutivo y Legislativo!
Además, a través de un comunicado de prensa, se hace oficial el anuncio. “El presupuesto que tiene asignado el Congreso, ya se ha agotado en función de los gastos que eroga la misma institución”. El presupuesto se ha utilizado en los gastos que no se tenían contemplados, como los despidos y las supuestas recontrataciones de personal por parte de los diputados, se explica.
Ahora resulta que es consecuencia de contrataciones, incapacidades, desconocimiento del derecho laboral, y tal vez de apoyos o la colocación de amistades en la nómina, que se quiere justificar lo inexplicable.
Cada legislador, detalla el diputado Espín, tiene presupuestado un techo financiero para la contratación de personal y que no se contempló que, al momento de no estar satisfechos (los diputados) con el trabajo de su personal, ellos pueden despedirlos y utilizar ese recurso para traer personal nuevo, “sin embargo los derechos que generaron los despedidos al ser absorbidos por el Congreso, pega en la economía de éste”.
No existe desvío de recursos en el Poder Legislativo, ni está en bancarrota. No se expiden cheques sin la autorización de la Conferencia para la Programación de los Trabajos Legislativos, los cuales además contienen siempre la firma mancomunada tanto del presidente de la Mesa Directiva, como del secretario de Finanzas Miguel Ávilez Meraz. ¿Y de qué sirve –nos cuestionamos- ese control? si ni siquiera ese control sirvió para el cuidado de los recursos del Congreso.
Todavía, se tiene el atrevimiento de advertir que el Poder Ejecutivo ha incumplido con la entrega de una ampliación presupuestal por 14 millones de pesos que prometió al Legislativo. ¿De haberse otorgado, usted amable lector, cree que lo hubieran perdonado los señores legisladores? Nosotros creemos que también se habrían esfumado.
Aunque, lamentablemente esta misma semana, los líderes parlamentarios del Congreso buscarán un encuentro con funcionarios del Poder Ejecutivo, a fin de saber cuándo les harán efectiva la entrega de esos 14 millones de pesos. Más triste es que –en ese afán equívoco de llevar la fiesta en paz- seguramente les serán entregados y los diputados no tardarán en dilapidarlos.
Y no olvidemos la cereza del pastel: todo el aparato de gobierno –nuestros diputados no están exentos- cobrarán 90 días de aguinaldo. ¿Serán capaces, ahora de que ellos mismos provocaron esta crisis financiera, de volver a aportar esa millonaria suma a fin de resarcir en un porcentaje aunque sea mínimo, el daño que le han causado al Estado?
Tampoco lo creemos. Y como no es cuestión de fe ni de deseos, Morelos está condenado a padecer esta Legislatura por un año más.