Todos, no nos queda de otra, seremos así recordados, conforme a tradiciones de nuestras familias. Unos más otros menos. Sin embargo, la gran mayoría, y me sumo en ella, queremos postergar el momento de la partida final. Me dice un amigo de edad madura… “Yo estoy listo, pero no me empujen”.
A la ciencia tenemos mucho que agradecerle. Aunque no ha sido capaz de encontrar el “elixir de la vida”, esa pócima que ha dado tema a novelas, historias, cuentos y tal vez hasta a diferencias, debemos reconocer su avance y la posibilidad de otorgarnos el regalo de extender nuestra presencia en este mundo.
Nos encontramos con una nota, que debe ponernos a reflexionar de cuán privilegiados somos los que vivimos en esta generación: la esperanza de vida de los mexicanos se ha duplicado en las últimas ocho décadas, pues mientras en 1930 vivían en promedio 34 años, en 2010 llegó a 75 años, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El dato estadístico explica que “la esperanza de vida al nacer se refiere al número de años que en promedio se espera viva un recién nacido”, y es un indicador que resume las condiciones de mortalidad en una sociedad y su tendencia permite evaluar el mejoramiento del estado de salud de una población.
Y es que todavía, en algunas familias, existen casos que mantienen secuelas de padecimientos que hoy, aunque no están erradicados y que en el caso extremo de ser adquiridos, su tratamiento oportuno no arrebata la vida. Tal es el caso de la poliomielitis, la tuberculosis, la lepra, tétanos. Inclusive las enfermedades de este siglo, como el SIDA, el cáncer cérvico uterino, cáncer de mama, próstata, diabetes, a tiempo detectadas y tratadas, pueden permitir una vida plena. Por supuesto que no hablamos como expertos, las estadísticas y números las aportan los especialistas.
Las principales causas de muerte -abunda el estudio- de la población mexicana son la diabetes mellitus, las enfermedades isquémicas del corazón y las enfermedades del hígado, las cuales ocasionan tres de cada 10 decesos.
En 2009 se registraron mil 281 defunciones en menores de un año por complicaciones del embarazo, parto y puerperio (conocido coloquialmente como cuarentena después del parto).
En 2009 –señala la estadística- se registraron 565 mil defunciones y la mayor parte se concentró en edades adultas: Seis de cada 10 decesos acontecieron en la población de 60 años y más, y uno de cada cuatro en adultos de 30 a 59 años.
Otro dato interesante es que existe mayor sobrevivencia en las mujeres que en los hombres; ellas viven actualmente en promedio 77.8 años, mientras que ellos 73.1 años. ¡Ahí sí cabe el asunto del género! ¡Las envidiamos!
La diferencia en el número de defunciones entre hombres y mujeres –detalla el estudio- se encuentra condicionada a factores biológicos y sociales propios de cada sexo; regularmente la mujer tiene más probabilidades de sobrevivencia porque es menos propensa a sufrir accidentes, y en general adopta menos conductas violentas donde peligre su vida.
Los estados de Guerrero, Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Durango y Sinaloa presentan la menor esperanza de vida al nacer (menor a los 75 años); Quintana Roo y el Distrito Federal la vida media estimada para 2010 es mayor a 76.2 años.
Hay más datos sobresalientes en este reporte del INEGI, como por ejemplo el tema de suicidio.
En ese mismo año 11.9 por ciento de las defunciones totales fueron catalogadas externas (accidentes, suicidios, homicidios, lesiones por intervención legal y de guerra, entre otras); de éstas ocho de cada 10 aconteció en la población masculina y seis de cada 10 sucedieron en la población de 15 a 44 años.
Las defunciones por causas externas, 58.5 por ciento ocurren por accidentes, mientras que los suicidios representan 7.7 por ciento.
Se indica que ocho de cada 10 lesiones autoinfligidas (suicidio) ocurrió en los varones. Por grupos de edad se observa que los jóvenes de 15 a 29 años son más vulnerables a este acontecimiento (40 por ciento), seguidos de la población de 30 a 44 años con 28.7 por ciento.
Algunas de las características que destacan entre las personas que se suicidaron es que 42.3 por ciento eran solteros, 25.7 por ciento no tenía trabajo y 72.8 por ciento se suicidó en una vivienda particular.
Sirvan estos datos para valorar ambas cualidades que nos son propias: la vida y la muerte.
Tal vez, este día de asueto, de reflexión y familiar en la mayoría de los casos, sirvan estas frases acuñadas por famosos, para lograr lo que buscamos con esta entrega: valorar la vida y respetar la muerte.
La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.
Antonio Machado (1875-1939) Poeta y prosista español
La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene.
Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
François Mauriac (1905-1970) Escritor francés.
¡Salud!