Coatetelco.- Con ofrenda, flores, música y luz para los fieles difuntos, cientos de creyentes festejan a San Miguel Arcángel en el municipio indígena.
Durante este fin de semana, las familias del lugar, acudieron al panteón con coronas de flores, que en esta ocasión fueron realizadas de papel, así como las tradicionales pancitas, veladoras, fruta, bebidas, flor de pericon y los ya tradicionales elotes hervidos y tamales, para ofrendar a los fieles difuntos la primera cosecha del temporal, adorando las tumbas.
Lo anterior es parte de la tradición prehispánica del municipio indígena, donde la convivencia se hace presente al intercambiar los visitantes sus ofrendas.
Así, a partir de las cuatro de la tarde del sábado 28 de septiembre, el panteón del municipio indígena se comienza a llenar de luz y color; muchos permanecen hasta el anochecer con música y comida, como parte de los festejos de sus difuntos, además de la misa que se celebra en el lugar por parte del párroco.
Los ciudadanos comentan que en la víspera de San Miguel Arcángel en Coatetelco se hace una fiesta única, donde se convive con los fieles difuntos "conviviendo en las tierras donde muchos ya descansan y donde todos llegaremos, es el gran día en que todos nos reunimos para celebrar la llegada de San Miguel y bajo su mando se combate al demonio que llega a la tierra para sembrar el mal", relató Ernestina Macedonio Leyva, oriunda de este lugar.
Agregó que en esta fecha se come con los difuntos, se canta, se ríe, se llora y se les cuenta las vivencias actuales. "Es una gran fiesta de chicos y grandes, de toda la familia, que sirve para ahuyentar al demonio del campo, de las casas y del pueblo. La tradición es que el hambre se acaba con las cosechas que el buen temporal ha traído y eso se agradece a los difuntos, que son los intermediarios con el todopoderoso que dispone siempre de los vivos", dijo Ernestina Macedonio.
El grupo de vecinos resaltó que en el municipio se busca preservar las tradiciones, las festividades que los antepasados realizaban para agradecer la buena cosecha y no olvidar a quienes se han ido del plano terrenal.