Zona Sur
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Huautla, del esplendor minero a la ganadería y agricultura


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Por más de dos décadas, la explotación de plata generó crecimiento y desarrollo en la zona.

Hoy, los pobladores tienen que emigrar por empleo.

Zona sur.- El municipio de Tlaquiltenango es el más grande de la entidad y el que tiene el mayor número de poblados rurales del estado de Morelos. Una de esas rancherías es Huautla, una pequeña localidad situada en la sierra del mismo nombre, con menos de mil habitantes, según el censo del año 2000, pero que durante algunas décadas, cobró gran importancia regional por la explotación de las minas de plata, hasta los inicios de los 90’s.

Huautla, es hasta el momento el único distrito minero que ha tenido la entidad.  Sus yacimientos comenzaron a explotarse por los españoles desde 1570, hasta 1991 que cerró no por extinción del mineral, sino porque quebró la empresa que lo explotaba, Rosario México, SA de CV., que obtenía concentrados de mineral con valores de plata, plomo y zinc.

Hoy Huautla es un pueblo apacible, dedicado a la agricultura y la ganadería. Es conocido por la caza de venado y la pesca, en su presa, La Cruz Pintada, que fue sede del proyecto Centro de Educación Ambiental e Investigación Sierra de Huautla (Ceamish) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (que dejó el lugar por conflictos con los pobladores hace más de una década).

Pero de mediados de los 60s’ y hasta a principios de los 90’s, Huautla se convirtió en una zona económica muy importante en la región sur, en la última etapa que ha tenido hasta ahora, en la explotación minera. Prácticamente cuadruplicó su población, con personas que llegaban a trabajar, comerciar o realizar algún servicio para la mina, y generó desarrollo económico para sus habitantes, que hoy recuerdan con nostalgia esos tiempos.

En la empresa trabajaban alrededor de 250 personas, agrupadas en el sindicato, y otras 50 de personal de confianza, más las que llegaban a realizar cualquier otra operación comercial.

Con el auge de la explotación, la gente comenzó a mejorar su nivel de vida. Las casas, antes de chinamil (de vara con lodo y láminas), cambiaron a adobe y asbesto, y después a bloc y losa de concreto.

Los que se dedicaban al ganado, podían adquirir más animales.

“Cada que era día de paga, la gente compraba aquí o se iba a Jojutla. Las personas comenzaron a vestir mejor, gastar más y hasta, algo que no me gustó, es que también llegó el vicio, el alcohol”, comentó Cristino Ríos Pérez, de 69 años, quien laboró 26 años en la mina (22 de ellos en el laboratorio) y hoy es campesino.

“Venía gente de Durango, Sinaloa, Guerrero, Chihuahua, Pachuca, Puebla, de todos lados, porque tenían que traer especialistas que no había aquí”, dijo.

Aseguró que la vida cambió y mejoró en todos sentidos, e incluso, llegó a la comunidad la telesecundaria.

Reconoció que una parte de la población que trabajaba en la mina enfermó de silicosis, por respirar polvo con sílice, y aunque sí hay algunos elementos presentes, negó que el agua se haya contaminado con plomo o arsénico.

El 11 de octubre de 1991, la mina cerró. La caída del precio de la plata hizo incosteable su extracción. La empresa no pudo pagar la nómina y al no haber arreglo con el sindicato, se declaró en quiebra y prácticamente entregó la empresa al sindicato.

Ante esta situación, mucha gente se fue del pueblo. Ante la falta de trabajo, muchos emigraron a los Estados Unidos y su envío de remesas es lo que hoy sostiene a muchos que siguen viviendo en la comunidad.

No obstante, lamentó que no haya empleo. Si bien muchos han prosperado en el país vecino, la mina era una importante fuente de trabajo, sobre todo para los jóvenes, que ahora tienen la necesidad de salir del lugar y dejar a sus familias.

Nabor Tapia Figueroa, quien trabajó 14 años en la mina, coincide en que el pueblo se vino abajo tras el cierre.

“Hoy la gente vive del campo, la siembra, ya es más difícil que antes. Antes, cada ocho días teníamos un sueldo y ahora, (solo) la leña, el campo”.

Recuerda también como, en la década de los ochentas, Lauro Ortega remodeló las calles y la pequeña plaza pública.

“Perdimos nuestra fuente de trabajo y ahora todos los jóvenes tienen que irse para la ciudad o trabajar en el campo”.

Mago y Julio, que también laboraron para la empresa, también añoran en esos tiempos en que había trabajo y el pueblo estaba progresando y creciendo.

En 1999, se declaró a la sierra de Huautla, como área natural protegida, lo que hace ya inviable la explotación de minerales.

 

 

 

 

 

 

 

 

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Evaristo Torres

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