Así lo informó Teodula Alemán Cleto, cronista de la comunidad, quien resaltó que esta ofrenda colgante es alusiva a las creencias de los antepasados, quienes de esta manera veneraban a sus familiares que se han adelantado en el camino, como parte de un altar flotante, en el que se coloca la tradicional hoja de plátano sobre una base de palo decorada con flor de cempaxúchitl, así como también los platillos típicos de la comunidad, desde los tamales de elote, nejos, mole rojo, verde, pan de muerto, tlaxcales, chocolate en agua o en leche –según el gusto del difunto- calabaza en dulce, agua, ceras y sal, copal, todo colocado en recientes de barro, como parte de la tradición de los antepasados.

La cronista de la comunidad recordó que está ofrenda es una tradición milenaria, y la ciudadanía de la comunidad se comienza a preparar desde uno o dos meses de antes del Día de Muertos: “todos los productos son colocados en recipientes de barro, pero todo debe ser nuevo, nada viejo, porque cuando se le ponga el agua debe oler a barro, ya que para nuestros antepasados el aroma del barro, del pan, del mole, es alimento para nuestros difuntos. Aquí todavía encontramos algunas raíces de nuestra cultura prehispánica. Cuatlapechte, que quiere decir cuerda colgante, es con lo que realizamos este altar, son varas que están en el campo que se utilizan para este tipo de ofrenda tradicional de la comunidad”, comentó.

Agregó que junto con esta ofrenda colgante se construye un camino para que guíe a las almas que vendrán este día a degustar de lo que ahí se ha colocado, además de que se realiza un ritual paseando el copal para dar la bienvenida a los difuntos.

Esta ofrenda se coloca durante la noche del 31 de octubre y permanece hasta el dos de noviembre, día en el que la flor, ceras y algunos productos se llevan al panteón.