Ya sólo es cuestión de horas para que tome forma la campaña de cada cual. En el caso del PRI, concretamente lo de la gubernatura, el candidato tiene una serie de obligaciones que debe cumplir con exactitud y pulcritud; una de éstas es posicionarse como alternativa con sus propios méritos, que demuestre la estatura y el nivel de lo que es oficialmente: el candidato. Los tiempos pasan y con ellos las condiciones en la vida interna de cada partido. Hoy, de ninguna manera, se van a circular todos los interesados en ganar una elección del tamaño que sea en su candidato a gobernador. Éste tiene que hacer lo que le corresponda pero no cargar monsergas de otros. Por ello las decisiones menores y mayores tienen que funcionar, territorialmente, desde un nominado a regidor, síndico y presidente, con el diputado local y federal y sobre todo con los que quieren ser senadores, para que el que busca la gubernatura no tenga que llevar más peso que el propio en la búsqueda del triunfo.
Cada quien debe cumplir con sus obligaciones más allá de lo elemental. Hay que colocarles una lupa crítica de sus acciones, porque ya no funciona que comodinamente se instalen con el trabajo de los demás. Lo sabe Amado y prepara su equipo para ser gobernador. Sabe que no es fácil, pero sacándole jugo a lo mejor de su repertorio, se le complicará menos.
Entra en funciones determinantes el comité directivo estatal del PRI, que preside Manuel Martínez Garrigós, que tiene acciones específicas, fundamentales que soportarán lo que hagan, por su cuenta, los candidatos. Son puntos o ejes determinantes, estructurales, vitales que si no funcionan, podrán restregarlo en el rostro del ex presidente municipal de Cuernavaca, el que la recuperó para su partido tras 12 años.
Básicamente estructura operativa en cada una de las casillas electorales, estructura jurídica que abarque todo el espectro de los mismos comicios, antes, durante y tras el primero de julio, estructura de movilización en las mismas tres fases (antes, durante y posteriormente), estructura de capacitación electoral a los responsables de cuidar el proceso desde sus filas, estructura humana y legal que consolide lo que las anteriores logran si lo hacen profesionalmente. Hablamos de entre 12 y 15 mil priistas preparados para el primer domingo de julio. Esos detalles son los que marcan la diferencia entre ganar y no.
Estamos diciendo que cada quien asume su responsabilidad y lo que tienen que hacer. El candidato tendrá que demostrar que está a la altura con trabajo preciso, intenso y eficaz, y su partido capacidad para cuidar los puntos fundamentales que consoliden los trabajos de Amado Orihuela y de cada uno de los candidatos. Aquí no es, en caso de fracaso, de echarse la culpa unos con otros. No, el librito lo tiene cada uno y en él está clara la instrucción. Sirve este ejercicio electoral para que los priistas conozcan quiénes sí cumplieron y los que no. Claro que en cada caso existe su circunstancia: distrito, municipio, región, posición, adversarios, posicionamiento de sus adversarios.
La política profesional requiere de estos y otros puntos en su faceta de partido en vísperas electorales. No es asunto de improvisación o buenas intenciones. El PRI tiene algunas ventajas, en este momento. Una de éstas en el caso de Amado Orihuela es que tiene capacidad de afinar su estructura propia con la que le aporten sus compañeros, el voto duro y las circunstancias. En cualquier momento, suelto, va a enseñar quién es y eso les va a abonar. En el caso del PRI, en Morelos hay pocos, escasísimos, que conozcan las entrañas de este partido como Manuel Martínez Garrigós, que tiene la mitad de su vida biológica instalado ahí en todo tipo de procesos, pero además es lo que más le gusta hacer. Alguna vez lo escuchamos –con el mismo Amado y el imprescindible Matías Nazario enfrente--, hará un año y meses, decir que si se trataba de competir por la dirigencia de su partido, en ese momento solicitaba licencia en la presidencia de Cuernavaca y la jugaba. No blofeaba, porque quienes lo conocen saben que el anhelo mayor del joven, impetuoso y ya vertebrado político, era dirigir a su partido en su entidad natal, a todo.
Sí, los priistas se necesitan, pero nadie es responsable del otro. Cada uno tiene que hacer su tarea y si no sale, es que no sirve. No hay pretextos en la derrota, no se revierten resultados. Así que si quieren ganar, tienen que dar cada paso, con precisión extraordinaria. ¿Lo pueden hacer? Tiene cada uno su respuesta. Mientras, el viernes inició la fiesta, los carnavales tricolores que aunque criticados afuera, internamente los reaniman.