Uno de los puntos que no se pierden en la política es que el salario es de acuerdo al trabajo y que el tamaño de la protesta tiene que ir acompañada de una curricula de trabajo al interior y durante mucho tiempo. Así, el saldo para la parte que dirige este frente, para el presidente Manuel Martínez Garrigós, el delegado Joaquín Hendriks y el inminente –se supone que ayer lo hacían-- candidato a gobernador Amado Orihuela Trejo, no pudo ser mejor.
Sí, hay damnificados, muchos, sin embargo éste que escribe, ayer (sábado, porque escribimos este domingo para que hoy lo leamos, lunes 19) atendió varias llamadas de amigos, conocidos o gente que pensó que podíamos incidir en su favor. Ni que ver. Ninguna información para publicar. Uno de ellos, nos enteramos en el listado que publicó en su edición, La Unión de ayer, será candidato a diputado local. El otro, enviado por lo que él llamaba ”su patrón” no tuvo igual suerte. El tono que usaba, sin embargo, era de una inconformidad que en los últimos 32 años que vemos y anotamos estos procesos, no habíamos escuchado. No sabemos si es militante del PRI, pero hay que marcarlo para que conozcan los caminos y no los confundan. El supuesto jefe que lo mandó a reclamar los derechos no sabemos si de uno o del otro. Estos casos son comunes en la vida de los partidos, solo que los preparados, vertebrados en la brega, saben ganar y perder. Acaso alguna vez impuestos por circunstancias especiales, pero lo demás es trabajo en un proyecto.
Dirán lo que sea en el lugar que se quiera, pero es evidente que Amado Orihuela y Manuel Martínez lograron ponerse de acuerdo. Ello, claro, con el calor de los hechos, pueden no gustar a personajes o grupos, pero son señales enviadas a los que sí votan y no se meten en las pasiones de los demás, la base, donde sí se estaciona lo que se refleja en la lectura política; ya van con varios pasos adelantes de los demás. Estamos a cuatro meses y unos días de la elección y si los números que parten del PRI se acercan a la realidad, difícilmente pierden. Un punto en cualquier elección es diferencia notable, si hablan de 15-16 parecen difíciles de alcanzar. Esta vez no hemos percibido a la gente, ha habido un corto enclaustramiento diferente a hace tres años que afirmábamos, en el caso de Cuernavaca que el PRI “iba a ganar” –8 meses antes--, que a MMG “solamente robándolo” –cuatro meses previos—y “ya ni robándolo” –tres meses, en abril del 2009--.
Lo demás es la historia que todos conocen. Esta vez, las condiciones del PRI son diferentes, se han activado grupos, viejos, intermedios y nuevos y dentro del remolino que incluye patadas, mulazos, mentadas, amenazas, jugadas sucias, amagos imbéciles y todo lo que la marrullería permite en estas lides (quien diga lo contrario no es purista, está fuera de contexto), los serenados que observan, llevan a un indicador: pasaron las líneas de fuego y están ante la oportunidad de fundirse en uno solo para alcanzar lo que parece inevitable si se logra esa fusión: que vuelvan al gobierno del Estado, refrenden Cuernavaca (¿Por cierto y Jorge, dónde anda?) y recuperar ayuntamientos que faltan como Jiutepec donde con el PAN llevan una carrera parejera. ¿Por qué decirlo? ¿Y por qué no?
Viene la hora de la visión de Estado, el momento en que Amado Orihuela Trejo pruebe porque será el candidato, que Martínez Garrigós emplace a los heridos de la batahola reciente y haga compromisos, que los propios candidatos –desde Amado hasta el último regidor—comprometan su cuota y se ponga a trabajar. Luego de las intestinas batallas, de la caída –el chisme grande pero de beneficios para el priismo porque seguro va una mujer de nivel, que lo merece como Rosalina Mazari Espín, la ixtleca—de un hablantín ya ubicado en su lugar de origen, la mismísima nada. Lo que queda a los del PRI es igual a lo que les ha sucedido años atrás: dar la vuelta a la hoja y pensar qué, cómo y por qué negociar. De ganar, ninguno pierde. Es lo que sigue. Es el momento de los priistas, de acuerdo a los que encabezan los dos grupos más numerosos e influyentes, solo falta el aterrizaje y la muestra pública de estadistas. No es fácil, pero o lo hacen o cambian lo que pareciera un trámite.
Vorágine
Espacio reservado para ocasiones especiales, la vorágine viene solamente para que nada se quede en el tintero:
En la política se gana y se pierde y solamente los que reconocen que se equivocaron, fallaron, no interpretaron un movimiento o de plano no cuentan con ningún capital, pueden avanzar siendo honestos. Lo que no puede tolerarse son los actos traicioneros, de poca hombría o con la aplicación del dicho de consolación aquel de que el otro se fue todo encochinado aunque sea el abusador lapidario. Entonces, Víctor Saucedo Perdomo y la señora Carrillo (¿Recordará esta aquella noche de abril de 1991 en Los Limoneros de Ahuatepec que le sirvió de plataforma política el cadáver de una jovencita en una tina de baño o quiere más detalles?) pueden regresar por sus pasos. Víctor será genio y figura, pero que no se le haga costumbre pegar por detrás. Si de frente ya no puede, que se retire, es más sano. Habrá oportunidad de ampliar detalles sobre lo otro, uno de los casos más méndigos que funcionarios públicos locales hayan cometido en los últimos 50 años de vida pública en Morelos. No pasó nada, la justicia se alió con el crimen y hoy aquellos ejecutores son la imagen viva de la bondad y la buena obra en nombre del Señor. Sinvergüenzas.