El otro, Demetrio Román Isidoro lo rebasa solamente con el apoyo de su base en Jiutepec. El resultado que festejó con globos, confeti y porras el comité panista, es de una pobreza preocupante respecto al capital con el que entran a la competencia legal, a la de a de veras.
En un universo de aproximadamente un millón 200 mil votos que tiene el padrón electoral del Estado, con la expectativa que por ser elección donde concurren los candidatos a presidente de la república y gobernador, si Acción Nacional está con los nueve mil puestos en la mesa, la realidad lo ubica como perdedor natural, no hay necesidad de especular. Se demuestra, hacia su interior y envía señal abierta, que existe un grupo hegemónico, La Sagrada Familia, que ha soportado embestidas de otras corrientes sin que los depongan. Si bien ratifican su liderazgo hacia las entrañas de su partido, enseñan que desde hace 25 años no han crecido, lo que es de gravedad extrema en lo que respecta a su permanencia en la vida pública.
Todas las miradas observan hacia los priistas, sus broncas, los jaloneos, las declaraciones, las multitudes vitoreando o mentándole la madre a sus candidatos y dirigentes, que suceden cada tres años en tiempos de sequía con el PRI lejos del poder y que hoy ante la expectativa de triunfo, por razones obvias se multiplican, lo que entra en lo que suele llamarse un proceso normal, común y sobre todo corriente. Y se pierde de vista a los demás. El PRD, por ejemplo, vive una situación complicada, porque mañana mismo tienen que estar determinadas sus candidaturas faltantes, sobre todo la del Senado y el propósito de varios de “tumbar” a Fidel Demédicis representa, de hacerse, en la debacle del proyecto perredista—moreno y anexas, porque el temixquense es, simplemente, la primera fuerza hacia dentro, seguido por Los Tachos (que amenazan con rebelarse y no participar en lo que venga) y Graco Ramírez, en alianza obligada con Fidel a través de sus Chuchos.
Volviendo al PAN, la exhibición de su fuerza no pudo ser oculta por el optimismo como sus dirigentes se manifestaron. Para esto que fue una mini-batalla, las risas obedecen a que La Sagrada Familia repelió, en el supuesto, a los dos últimos gobernadores que ha tenido Acción Nacional en Morelos, durante su historia y en los últimos 12 años, Sergio Estrada Cajigal Ramírez y Marco Antonio Adame Castillo, cuando menos en la apariencia. ¿Por que quién nos asegura que Adame envió a Villarreal para convalidar el proceso interno y siempre ha estado con el Cuadradito de Basoco? Y que Alejandro se encuentre en el entendido, por aquello de una rehabilitación que de entregar el poder el PAN a cualquier otro, lo mete en un desgaste.
Se establece que el PAN ganó consecutivamente Cuernavaca por la inercia que arranca con SEC, con candidatos que iban de malos como José Raúl Hernández Ávila, a medianos, llámese Adrián Rivera Pérez, y más o menos buenos que fue el caso de Jesús Giles Sánchez. Agotadas sus reservas, sólo le queda al grupo hegemónico ganar –si se vale el término— miserablemente un liderazgo interno, sólo hacia ellos, sin lecturas que cambien el escenario electoral.
Imagínense los retos para los candidatos de los partidos que entren en Cuernavaca: acercarse o llegar a los 60 mil votos. Sin duda empresa dura en estos días que Morelos vive con problemas graves de delincuencia común y organizada. El PAN, con sus militantes y adherentes pasó apenas los nueve mil, ni siquiera la cifra de los 10 mil que se escucharía, vería y leería, menos desastrosa. Eso quizá para la ex Convergencia o el Partido del Trabajo, y sin subestimar, pero estamos hablando del partido que ha gobernado los dos últimos sexenios, que tuvo todo para crecer en su estructura.
Hay una exhibición preocupante:
1.— La cifra en su proceso interno es lo bastante seria para que rediseñen estrategias y piensen qué hacer, que podrá no ir más allá o estacionarse en Jiutepec –donde va empatado con el PRI como partido en la primera posición-.
Ya no sabemos si la política ha descendido de nivel o estamos en pleno cambio de modelos. Hay que esperar.