un panista, extraviado, que le hizo un reclamo, cual si fuera el presidente del país, el TRIFE, el IFE o la máxima autoridad, que pareció más un acto de subconsciencia que poco bien tuvo que caer en las filas blanquiazules.
Las manifestaciones del tamaño que quieran en la presencia de un candidato presidencial, tienen que ser aprovechadas por los correligionarios de ese partido en demanda de lo que crean que es justo y de los adversarios para buscar minarlos, evidenciarlos.
La presencia de Enrique Peña Nieto fue parecida a la de otras entidades: las damas se lo comen a besos, los hombres le sonríen plenamente y él corresponde cada acción y cada gesto. Hace lo suyo, que vaya si es desgastante, pero la meta es, ni más ni menos, la presidencia de la República que como se vio en Morelos y se percibe en otras entidades, cada vez está más cerca el PRI de su recuperación.
Los priistas inconformes en lo suyo, harían mal si no resisten en su lucha por exigir justicia partidaria o el cumplimiento de acuerdos; sin embargo poco accedieron al candidato, no fue sencillo. Otros personajes de la gran política, Emilio Gamboa Patrón, cortesano de altos vuelos, veterano burócrata—político, como siempre, de edecán acercando al candidato a los que a él interesan. El yucateco siempre tiene fija la mente en los negocios futuros y nunca deja ir el porcentaje. Vengativo extremo, a pesar de sus cargos siempre dando órdenes. De los que, se dicen a sí mismo, no perdonan. ¿Dios acaso? Es un hombre de encantos, cercano a lo encantador. Ayer, dio cuenta de sus habilidades, como las de aquella dama que hablaba y parecía cubana, que tenía una famosa casa de citas en la céntrica Gutenberg de Cuernavaca, donde salía el aroma de perfume femenino excitante y los chavalos de la época nos apostábamos para admirar a las que decían las señoras de la vecindad eran “chicas malas”. No es cierto, estaban bien buenas. Gamboa pues, en lo suyo, lo cortesano en extremo, generador intermitente del conflicto sutil y, sin duda alguna, enemigo del priismo morelense y de uno que otro civil.
Pero la nota, lo que rayó en lo insólito, fue que un panista apareciera por ahí, ¡exigiéndole a Peña Nieto que sus correligionarios priistas no quitaran su publicidad en el primer distrito federal donde es candidato! ¿Se imaginan? No fue un acto de valentía como puede suponer el susodicho Antonio Tallabs Ortega, por cierto consejero de la judicatura no sabemos si con o sin licencia; el representante del gobierno del Estado ante ese burocrático órgano del Poder Judicial. Ha sido diputado federal, subsecretario de Readaptación Social, lo que supone que no es un improvisado, pero ir a un acto del adversario, puntero además, para que ordene a sus muchachos de Cuernavaca que no le quiten su propaganda, fue cómico pero si lo analizan entra también en la tragedia. ¿Qué no hay instancias a qué recurrir? ¿No confía en ellas? ¿Lo enviaron a una locura? ¿Buscó llamar la atención? –que le estamos dando, por cierto-- ¿O qué? Es insólito, visto por primera ocasión, en un nivel que el propio Juanito de Iztapalapa lo pensaría, y vaya que si existía un personaje que la gente ha hecho mofa de su estilo divagante, extravagante, rayando en la actuación de carpa llanera, es Juanito, pero tendrá que observarse el comportamiento del Tony Tallabs, para conocer si no sigue esos pasos. Lo del domingo no sólo es para el anecdotario, seguramente especialistas en la ciencia política lo van a tomar como referencia.
Se lo ganó.
Lo demás, normal, una fiesta como las que hacen los políticos en campaña. Peña Nieto viene a empujar a su candidato Amado Orihuela Trejo. Este seguramente subió puntos el domingo, sus operadores realizan su tarea y se acerca el periodo de apuestas con el PRI como “grande” y dando ventaja a los otros. No se descarta “la chica” pero cuando menos en el caso de Peña Nieto se ve en chino y si Amado hace lo que debe, va a ganar. El mexiquense viene encarrerado, el de Mazatepec apenas toma impulso.