"La línea entre el bien y el mal es permeable, y
casi cualquiera puede ser impulsado a cruzarla
cuando es presionado por la fuerza de la situación.”
-Philip Zimbardo-
Psicólogo Social
El problema de la criminalidad es añejo, la preocupación es que va “in crescendo” en las comunidades y países. Es decir, cada vez se hace más complejo y más grande en proporción. En el año de 1981, en mis tiempos de estudiante en China, vivía muy tranquilo. No veía pordioseros en las calles, la gente era muy amable y recuerdo, especialmente las telenovelas. Tenían una temática en la que siempre había un héroe que ante las situaciones caóticas o de peligro, salvaba a toda una comunidad a costa de su propia vida. Es decir, se ensalzaban los valores de la comunidad antes que los personales. Era un motivo de orgullo tener estas características heroicas. Sin embargo, la primera vez que salí del continente, viajé en tren hasta la península de Kowloon para después tomar el ferry que me llevaría a Hong Kong.
Justo al llegar a la estación de trenes, Lo primero que llamó mi atención fueron los anuncios que decían: “Cuidado, carteristas”. Se respiraba un ambiente de preocupación y miedo. La gente veía para todos lados desconfiada de los demás. A mi llegada a Hong Kong noté que las casas y las tiendas tenían rejas de seguridad para protegerse de los ladrones. Qué terrible, decía para mis adentros. Esto no existe en México y espero que nunca suceda…
A mi regreso a México, unos años más tarde, algunas casas, pero, sobre todo, las tiendas tenían, rejas para protegerse de la inseguridad. La violencia se había apoderado de mi comunidad. No era eso lo que yo había dejado al salir de México. Vivir o tener tu negocio “enrejado” es lo más común hoy en día. Ya se notaba que estos tiempos llegarían.
Sigo insistiendo en que un día dejó de respetarse todo y los encargados de mantener la paz y la tranquilidad, los gobernantes, nos echaron la bolita a los ciudadanos. Trataré de explicar.
Hace muchos años, creo que ya lo escribí en esta columna. Me parece un déjà vu: mi madre, mi padre o alguno de nosotros salíamos a barrer el frente de nuestra casa. Saludábamos a nuestros vecinos que hacían lo mismo. Los vecinos tenían respeto con sus vecinos. Había respeto. Y eso, entre otras muchas cosas, un día se perdió.
Comenzaron a darse conflictos entre nosotros los ciudadanos y las autoridades nos abandonaron. Actualmente escucho muchas quejas y broncas de vecinos, como el escándalo por el sonido de la música que ponen, y los escandalosos argumentan que es su casa y que ahí pueden hacer lo que quieran. He recorrido comunidades en las que argumentan que, en ciertas calles se reúnen algunos vecinos a tomar y que hacen sus necesidades en la calle o que molestan a las jovencitas mientras la autoridad no hace nada. Presencié el escándalo de unas señoras porque el perro de una de ellas había defecado frente a la casa de la otra.
En otra comunidad me comentó a una señora que su vecino no había construido su contra barda y que había plantado un árbol que estaba destruyendo la suya con las raíces que había echado, y además, debido a las ramas que invadían su propiedad, caía una cantidad industrial de hojas causando la molestia y el trabajo de levantar la hojarasca frecuentemente. Y todo esto con la complicidad de las autoridades debido a que no hacían nada. Su argumento era que ellos no podían hacer nada.
Como les digo en mis talleres y pláticas comunitarias: Por supuesto que se puede hacer algo. Sólo revisen el bando de policía y buen gobierno de su municipio. Ahí encontrarán las respuestas a estos ejemplos y a muchos más problemas que puedan estar teniendo en sus comunidades. Dicho bando es la normatividad, son las reglas de convivencia para vivir armónicamente en sus municipios. Ahí se habla de sus derechos y obligaciones como miembro de una comunidad.
Por ejemplo, el art. 119 del Bando de Policía y Buen Gobierno del municipio de Jiutepec dice: Son faltas administrativas y motivo de sanción, cometidas contra el bienestar colectivo y la seguridad pública, las siguientes: Frac. IV Producir todo tipo de ruidos o sonidos estridentes aún dentro de su domicilio.
Lo que tenemos que hacer como ciudadanos es obligar a las autoridades a trabajar. No debemos pelearnos entre ciudadanos. Hagan reuniones comunitarias y estudien, analicen y apliquen lo que está escrito ahí. Tenemos un poder muy grande, pero, también tenemos que tener bases sólidas.
Se han perdido muchos valores. Es hora de rescatarlos. Comencemos por convertirnos en verdaderos ciudadanos de nuestras comunidades, no seamos solamente habitantes. Trabajemos en armonía para lograr una cultura de la paz para el buen vivir.