“La verdadera democracia es aquella
donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere
y defiende un solo interés: el del pueblo.”
Juan Domingo Perón.
Este tema ha sido tema recurrente en esta columna. La cultura de la paz es la parte medular para vivir en una sociedad justa y armónica. Sin embargo, cada día constatamos que lo contrario es lo que reina actualmente en el ambiente social.
Nelson Mandela en su libro autobiográfico “Camino hacia la libertad” asegura: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario.”
En nuestra sociedad, en lugar de enseñarnos a amar, nos han enseñado a odiar. Nos han enseñado a tratar de imponer nuestras ideas sobre las de los demás. Nos han enseñado a ver las diferencias de los demás tratando de imponer sólo las que nos convienen, que son las que nos han enseñado.
Hemos constatado, una y otra vez, que nos tratan de manipular para ver las cosas malas del otro. Y la política es el mejor ejemplo para dar un botón de muestra.
Siempre se ha hablado de derecha y de izquierda. De los “buenos y de los malos”, de lo buena que es una ideología en comparación con la otra. Y lo único que eso trae como consecuencia es que nos enfrentamos todos contra todos.
En la teoría de la creatividad, he aprendido que en la vida no hay sólo una respuesta para solucionar un conflicto. Existen muchas formas de solucionar un problema y esto se dará cuando abramos nuestras mentes a otras posibilidades. La vida, pues, no tiene una sola forma para vivirla. Hay muchas formas. Y cada uno debe tomar la que considere conveniente.
Tenemos que considerar que la flexibilidad de pensamiento es urgente y necesaria. El filósofo Emile Chartier decía: “nada es más peligroso que una idea cuando es lo único que se tiene”. Yo modifiqué esa frase porque estoy convencido que así es: “nada es más peligroso que una buena idea cuando es lo único que se tiene. Para pensar más efectivamente, necesitamos diferentes puntos de vista. De otra forma nos atascaremos observando lo mismo y no veremos las cosas interesantes que aparecen desde otros puntos de vista. Dice Roger Von Oech en su libro “Chispazos”.
Ayer comenzaron las campañas electorales. Hay algunas personas que se quejan porque siempre son los mismos actores políticos. Hay quienes se alarman de la cantidad de partidos que tenemos ahora. Dicen que todos esos partidos se registraron sólo para obtener dinero del erario. Argumentan que no les interesa el bien de la gente sino todo lo que puedan sacar de beneficios para ellos.
Mi propuesta, aunque muy pocos la consideren, es que deben enfocarse en plantear programas y proyectos sociales para convencer a los electores. Les pediría a los actores políticos que dejen de hablar mal de los adversarios. Necesitamos soluciones reales para llevar a la sociedad a la paz social, a que se reduzca la pobreza, a que haya más empleos, urge que se reduzca la violencia y la inseguridad.
Se deben buscar estrategias para volver a creer en que podemos mejorar. Tenemos que erradicar el pensamiento negativo y pesimista que traemos cargando desde hace tantos y tantos años. El pensamiento actual sobre la política y los políticos no es nada agradable.
Estas serán unas elecciones atípicas por la pandemia que vivimos. No se podrán realizar las estrategias de siempre. Los mítines masivos tendrán que evitarse a toda costa y los medios sociales serán los canales para realizar las campañas. Tendrán que implementarse protocolos sanitarios para evitar los contagios el día de la jornada electoral.
En fin, hay mucho que hacer, sobre todo en el tema de regenerar la confianza perdida. Y, por último, si los actores políticos han aprendido la lección que la pandemia nos ha dejado, estoy seguro que vienen cosas muy buenas para nuestras comunidades. Hemos aprendido que somos frágiles, que debemos ser empáticos y solidarios con los que menos tienen. Y no me refiero sólo en términos económicos. Tenemos muchas carencias. Nos necesitamos todos. Y todos juntos podemos salir adelante.
Pero no se dejen llevar por el canto de las sirenas, comparemos candidatos y propuestas. Hagamos un voto razonado. Dejemos de seguir a la masa y pensemos que queremos para nuestro futuro y el de los que vienen detrás de nosotros.
Al final, tendremos que entender que podemos, y debemos, trabajar juntos, codo a cada para lograr una mejor sociedad. Todo es posible si realmente lo queremos. Termino con otra frase de Nelson Mandela que nos puede ayudar mucho: “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces se vuelve tu compañero”.