"Una nación que gasta más dinero
en armamento militar que en programas sociales
se acerca a la muerte espiritual.”
Martin Luther King
Cuando vi la película de Michael Moore “Bowling for Columbine” sobre el tiroteo escolar ocurrido el 20 de abril de 1999 en Columbine en Colorado, Estados Unidos, en el que también involucró una bomba de fuego para distraer al equipo de bomberos (tanques de propano convertidos en explosivos colocados en la cafetería) y 99 artefactos explosivos, fue absolutamente claro para mí que todo había sido planeado cuidadosa y siniestramente. Los perpetradores eran los estudiantes de último año Eric Harris y Dylan Klebold, quienes asesinaron a 12 estudiantes y a un profesor. Además, lesionaron a otras 24 personas y tres más resultaron heridas al intentar escapar de la escuela. Los perpetradores se suicidaron posteriormente.
El director Michael Moore analiza varios detalles meticulosamente. Uno de ellos es comprobar qué tan fácil es adquirir un arma para cualquier persona. Muestra la oferta de un banco que al abrir una cuenta de ahorros la empresa bancaria le regala un rifle al nuevo cliente y, de igual manera muestra cómo en los supermercados se pueden adquirir armas.
Esta historia se ha vuelto a repetir, aunque de diferente manera, en Texas, por un joven solitario, y seguramente perturbado, que asesinó a indefensos menores de diez años y a dos maestras.
La violencia juvenil ha llegado a niveles insospechados. Antes, las broncas entre estudiantes se arreglaban a golpes, algo también indeseable, pero comparado con lo que se da actualmente, es verdaderamente terrible. Y, de hecho, esta semana se dieron dos casos de violencia en nuestro estado. Uno en la escuela secundaria 10 de abril del municipio de Emiliano Zapata en el que un niño amenaza a otro con un machete dentro del salón de clases; y otro caso se dio en Huitzilac, en la escuela secundaria Mariano Escobedo en lo que parece la cancha de la institución educativa. Seguramente hay muchos más casos. Pero estos son los que saltan a la vista por ser publicados en las redes sociales.
Muchas preguntas surgen ante esta situación de violencia juvenil que se da en las instituciones educativas. Entre ellas la seguridad que debe haber para evitar que entren extraños a la institución educativa, como en el caso mencionado de Texas; así mismo, la seguridad con la que debe contar la institución educativa para cerciorarse que las y los estudiantes accedan a la institución sin armas. Es inconcebible que un niño haya entrado en la escuela con un machete, y además que no haya habido nadie, que ninguno de sus compañeros -en la filmación se nota que había más alumnos en la escena del ataque- haya intervenido para detener la agresión; y, en el caso de la pelea de las niñas, al ver el video, se nota la agresividad de la atacante y la saña con la que golpea a su compañera. El grado de enojo y frustración se nota claramente, denotando el poco control de la ira, y, de igual manera, es poco empático de parte de “los espectadores” que no hagan nada por detener la pelea.
En lugar de evolucionar estamos en retroceso. Y las declaraciones de los funcionarios de educación han sido muy desafortunadas.
Lo he mencionado en otros artículos: vivimos y seguiremos viviendo en la cultura de la bronca hasta que no se tomen las medidas adecuadas para implementar una cultura de paz.
“Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz.” Así lo dijo Albert Einstein. Y creo que todos estamos de acuerdo con ello. la cultura de la paz es una asignatura pendiente en nuestro estado. Debemos desarrollar programas para implementar la cultura de paz. En el caso de las escuelas es urgente y necesario implementar programas de mediación escolar, que consisten en capacitar a docentes y estudiantes para ser mediadores en los conflictos escolares.
Recordemos que la mediación se da cuando las partes del conflicto no son capaces de resolver la situación por ellos mismos y necesitan que otra persona o personas de forma neutral intervengan para llegar a acuerdos. En las instituciones educativas se deben implementar estos programas para gestionar los conflictos de otra manera. Imaginen ustedes, queridos lectores, que las escuelas contaran con docentes y estudiantes mediadores que colaboren para la resolución pacífica de los conflictos y que le llevaran a la población docente, administrativa, familiar y estudiantil, cursos y talleres de gestión pacífica de conflictos. Esto nos llevaría al comienzo de una nueva era en el desarrollo de una cultura de paz. Este sistema puede formar al alumnado, al profesorado y a las familias para ser mediadores y ayudar en la resolución de conflictos entre personas en las instituciones educativas.
La mediación ayuda a construir un clima escolar más pacífico y productivo, donde se reduce el número de sanciones, desciende el fracaso escolar y donde se previenen conflictos de acoso escolar y ciberacoso. Asimismo, la gestión de la convivencia se vuelve participativa y cooperativa, y las personas en conflicto deciden cuáles son las mejores soluciones, ayudadas por los mediadores escolares.
Espero, por el bien de nuestras comunidades, que estas acciones comiencen a implementarse a la brevedad antes de que algo más grave suceda. Todo en favor de una cultura de paz y concordia que nos hará vivir de una mejor manera como sociedad.