" La violencia engendra violencia; pero también
engendra ganancias para la industria de la violencia,
que la vende como espectáculo
y la convierte en objeto de consumo.”
Eduardo Galeano
Se dice que el perfil de un delincuente juvenil es así: Posee una elevada tendencia a la agresividad, escasa capacidad para la reflexión y falta de control sobre la ira; ha tenido una escasa y pobre socialización desde la infancia, con pocos amigos y grandes dificultades para mantenerlos; busca el placer y la satisfacción inmediata de sus necesidades y deseos; muestra frialdad y poca empatía; suele expresar una actitud defensiva y desafiante; se cree autosuficiente, pero a la vez utiliza y manipula con frecuencia a sus familiares para conseguir sus propósitos de inmediato; tiene un bajo sentimiento de culpabilidad sobre los actos violentos realizados e intenta justificarlos. Además, desprecia los derechos de los demás; posee una baja tolerancia a la frustración; tiene una gran incapacidad para aceptar normas o límites de los entornos familiares, escolares y sociales en general; posee unas habilidades sociales poco desarrolladas, con muchas dificultades para la adecuada resolución de los conflictos que se le presentan, y, por último, muestra una clara tendencia a afrontar los problemas mediante la fuerza y la imposición. Y debo decir que yo hice una tarea consistente en analizarme a mí mismo y a mis amigos y compañeros desde la primaria hasta la universidad, y algunos sí tenían estas características, no todas, pero sí varias de ellas. Y donde más lo percibí fue de la secundaria en adelante.
Pero la pregunta fundamental es cuáles son las causas de la delincuencia juvenil. ¿Qué es lo que motiva a una persona a tener estos comportamientos?
Los que saben, dicen que la violencia juvenil es multifactorial. Y de los factores que voy a mencionar, la presencia de algunos de estos no conlleva necesariamente al desarrollo de un joven violento.
Problemas psicológicos y trastornos de la personalidad: jóvenes con una autoestima pobre; el ámbito familiar es el de mayor influencia en el desarrollo de la violencia. Una de las causas es que los progenitores no han marcado límites y normas necesarios desde la infancia, y tampoco han aplicado consecuencias a determinadas actitudes o conductas inadecuadas, dejándolas impunes.
Otra actitud que puede propiciar el desarrollo de un joven violento es la de los padres que muestran emociones de rechazo o abandono hacia sus hijos y los humillan o maltratan con frecuencia, a la vez que expresan conductas violentas ante ellos, convirtiéndose en modelos a imitar.
En las instituciones educativas se puede facilitar el desarrollo o afianzamiento de estas conductas violentas, por ejemplo, al no prestar la atención necesaria y no gestionar adecuadamente los casos de alumnos con dificultades de aprendizaje, de integración social, de fracaso escolar o de acoso.
De igual manera, un sistema educativo excesivamente laxo, ambiguo o inconsistente, en el que el profesorado no asume las responsabilidades necesarias hacia sus alumnos, puede dar pie a que éstos sobrepasen determinados límites sin recibir consecuencias y sin aprender a gestionar los conflictos y dificultades que puedan aparecer entre ellos.
En el ámbito social, la violencia juvenil es un reflejo de la violencia social. El fomento de determinados modelos agresivos, la excesiva valoración del poder, el éxito sin esfuerzo, el consumismo, la competitividad extrema, el individualismo y la búsqueda del placer inmediato pueden influir en que el joven sobrevalore todas estas tendencias y las adopte como suyas. Para los jóvenes, las sociedades entrañan ciertos peligros que pueden favorecer un afloramiento de la violencia juvenil como, por ejemplo, el hecho de hablarse en exceso de los derechos y poco de los deberes, con la idea de merecer todo sin tener que ganarlo o esperar para conseguirlo. Y así es, en efecto. Sólo es cuestión de analizar lo que pasa allá afuera. La violencia es el pan de cada día. El nuestro es el sexto estado con mayor número de homicidios dolosos en el país.
Las sociedades con diferencias de estatus socioeconómico enormes y con imposibilidad de progresión o mejora pueden favorecer la erupción de violencia, así como la emisión de programas violentos en los medios de comunicación pueden llevar al joven a la imitación y a la tolerancia o justificación del uso de la violencia.
Otros de los factores sociales más relacionados con la posibilidad de aparición de agresividad en los jóvenes son el fácil acceso al alcohol y a las drogas, así como la utilización de videojuegos con elevada violencia explícita, que pueden influir en el aprendizaje y la práctica de soluciones agresivas a conflictos.
Como podemos observar, la violencia juvenil es el resultado de las acciones que ejercemos los adultos en todos los ámbitos. La pérdida de los valores que hemos estado padeciendo desde hace ya varios años nos muestra hasta dónde hemos llegado y hasta dónde podríamos llegar si no ponemos un alto a todos estos factores que están acabando con nuestras juventudes. Eso fue lo que sucedió a mediados de los 90 en España. Les recomiendo la película “historias del Kronen”, es justo lo que estamos viviendo actualmente, pero más caótico. Y cada vez será peor si no ponemos un alto.