"Al menos un 80% del éxito en la edad adulta
proviene de la inteligencia emocional.”
Daniel Goleman
En 1995, hace ya veintiocho años que Daniel Goleman escribió por primera vez sobre este tema. Nadie tocaba o conocía el término. Todo el mundo siempre hablaba de la inteligencia intelectual, le llamaría yo, y cómo era importante sobresalir, desde la educación básica, de entre todos los estudiantes. Sacar diez era lo más importante porque desde ese momento te destacabas sobre los demás, te tomaban en cuenta para los honores a la bandera o para ser parte de la escolta y te decían que con eso asegurabas tener el mejor empleo cuando fueras adulto. Y obvio, seguramente también tendrías una familia exitosa.
Daniel Goleman descubrió en algún momento de su vida que no todas las personas de diez tenían los mejores empleos, ni desarrollaban empresas exitosas, y, además, por otra parte, descubrió que tenían problemas emocionales, poca tolerancia a la frustración y se sentían con mucha más responsabilidad sobre sus hombros.
Podríamos decir, a manera de síntesis, que la inteligencia emocional trata sobre el hecho de que se necesita algo más allá de la inteligencia tradicional para que a una persona le vaya bien en la vida y que es, justamente eso, la inteligencia emocional la clave del éxito personal.
La inteligencia emocional contiene una serie de factores fundamentales que es necesario desarrollar en la vida para entenderla. Fundamentalmente, es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones.
De acuerdo a sus teorías, en la inteligencia emocional hay cinco elementos esenciales: la conciencia de uno mismo, la autorregulación, la motivación, la empatía y la capacidad de relación. Veamos:
La conciencia de uno mismo tiene tres competencias: Conciencia emocional, que es la capacidad de entender y reconocer cómo nuestras emociones afectan a nuestras acciones y cómo utilizamos nuestros valores para guiarnos en el proceso de toma de decisiones; la valoración adecuada de uno mismo: es el reconocimiento honesto de nuestros puntos fuertes y de nuestras debilidades, es decir, la visión clara de los puntos que debemos fortalecer y la capacidad de aprender de la experiencia; y, por último, la confianza en uno mismo, es decir, el coraje, el ánimo que se deriva de la certeza en nuestras capacidades, valores y objetivos.
La autorregulación es la capacidad de controlar nuestros impulsos y sentimientos conflictivos. Y en ella se encuentran cinco competencias: el autocontrol, es la autogestión adecuada de los sentimientos; la confiabilidad, es decir, ser honrado y sincero; la integridad: se da cuando cumplimos responsablemente con nuestras obligaciones; la adaptabilidad: se refiere a la capacidad de afrontar los cambios y los nuevos desafíos con la adecuada flexibilidad, y, finalmente; la innovación, que es la capacidad de estar abierto a nuevas ideas, perspectivas e información.
La motivación está integrada por tres competencias: el logro, el compromiso y la iniciativa, y el optimismo.
La empatía es la capacidad de entender a los demás, de ponernos en sus zapatos. Hay cuatro elementos en ella: comprensión de los otros; orientación hacia el servicio, significa anticiparse, reconocer y satisfacer las necesidades de los demás; contribuir al desarrollo de los demás, y; aprovechamiento de los demás: esto es, servirse de la diversidad para aprovechar las oportunidades que se presenten.
Y, por último, pero no por eso menos importante, se encuentra la capacidad de relación. Ésta necesita de varias competencias: la primera de ellas es la influencia, que son tácticas de persuasión; el poder de comunicación, es decir, enviar mensajes claros y convincentes; la capacidad de gestionar conflictos, o sea, negociar y resolver los desacuerdos; capacidad de liderazgo, es decir, que te consideren una persona capaz de inspirar y orientar, y; ser un catalizador del cambio, ser capaz de iniciar, promover o controlar los cambios.
Esto es, a grosso modo, lo que Goleman vierte en su libro. A mí me llegaron mucho sus teorías porque es verdad que son las personas con alta inteligencia emocional las que se adaptan mejor al mundo real. Pero lo importante es desarrollar estas teorías y ponerlas en práctica cada día de nuestra vida. Y, por otra parte, estas teorías nos enseñan que debemos ser honestos en nuestro quehacer cotidiano y tomar las decisiones correctas para ser felices.
Tal vez, alguno de ustedes, estimadas lectoras y lectores, leyó mi libro “el ojo mágico”, todavía lo pueden encontrar en Amazon, en el que hablo de temas educativos, de autoestima y creatividad. En él hablo precisamente de cómo nos van “educando” a tener la respuesta correcta desde la familia y luego en la escuela, cuando en realidad, tenemos que entender que en la vida no hay una respuesta correcta. Hay muchas respuestas correctas. Este libro lo escribí motivado por lo expuesto en muchos libros “disruptivos”, entre ellos el citado en este artículo.
Nosotros actuamos… mejor hablaré de mí para no ofender a nadie: yo actuaba como la mayoría, sólo por mis impulsos, sin tener alguna estrategia o un esquema de análisis de mi comportamiento hasta que descubrí que los elementos mencionados anteriormente en el libro de Goleman me daban un formato, una guía para poder actuar de mejor manera. Y la verdad, he tenido mejores resultados en mi andar por la vida.
Sugiero que busquemos nuevas formas de comportamiento para ser más eficaces y tener una mejor calidad de vida que nos lleve a una cultura de paz.