Nos complicamos la vida cuando invertimos tanto en sacar carbón y petróleo de la tierra. No importan la profundidad ni lo complicado y peligroso que resulte excavar o perforar para llegar a los combustibles fósiles bajo la tierra o bajo el mar. Las industrias de carbón y de petróleo invirtieron –y siguen invirtiendo– cantidades enormes de dinero para aprovechar las sustancias que se tradujeron en pura ganancia. A tal grado que nuestra civilización actual está basada en los productos del petróleo y del carbón que tanto han contribuido al calentamiento global y al consecuente problema serio del cambio climático.
Y no es que no supiéramos del potencial de las energías solar y eólica. Hace más de 150 años las primeras celdas fotovoltaicas y las turbinas eólicas fueron desarrolladas, pero hoy día sólo generan el equivalente al 7% de la energía eléctrica utilizada a nivel global. Estamos despertando apenas ahora a la realidad. Queremos por fin comenzar a invertir en estas fuentes de energía limpia. ¡Por fin! Pero existe un gran problema: ¿de dónde vendrá el dinero necesario para lograr una transición total de la energía sucia a una energía limpia y renovable?
Es necesario sustituir las viejas plantas generadoras por nuevas, utilizando la tecnología innovadora conectada a las energías renovables. Es un tema reconocido y entendido por numerosos gobiernos alrededor del mundo. Sin embargo, el nuevo presidente de nuestro vecino del norte no entiende esto: es una persona que sólo busca ayudar a sus amigos que han apostado y siguen apostando a como dé lugar por los combustibles fósiles. Su falta de visión, su carencia de preocupación por el bienestar de los ciudadanos de su propio país –mucho menos por los ciudadanos de los países vecinos– están lejos de su propia percepción. Está poniendo en riesgo el futuro de nuestro planeta porque quiere seguir sacando carbón y perforando para llegar a los depósitos cada vez más lejanos de petróleo. Es una política de suicidio… y nos afecta a todos.
Pagamos un precio muy alto actualmente por la energía eléctrica que llega a nuestras casas y que es producida por tecnologías viejas. Si estamos pagando más por la gasolina es porque el petróleo es una comodidad cara y es por eso que aumentan los precios no sólo de la electricidad sino también del gas que consumimos en casa.
Estamos todos sufriendo los efectos del gasolinazo en México. No sólo nos pega por lo que nos cuesta llenar el tanque de nuestros automóviles, sino que nos pega en el costo de los alimentos, en cada aspecto de nuestras vidas. ¿Quién de nosotros podría no estar de acuerdo que el camino a seguir es con lo que nos queda en frente de nuestras caras? El sol y el viento, que tenemos en cantidades constantes. La energía que estos dos elementos generan es la única respuesta para el futuro.