Vivimos en un mundo de contradicciones. Hay un grupo de personas maravillosas en nuestro estado cuyo reto es reforestar la autopista que rebana a Cuernavaca en dos. A la vez, tenemos el repentino problema propiciado por el propio gobierno estatal que pretende permitir la destrucción de una parte importante de las Reservas Territoriales del Estado de Morelos, para habilitar el crecimiento urbano a nombre del desarrollo habitacional, industrial, comercial y turístico, entre otras cosas. Es importante recordar que dichas Reservas Territoriales nos resguardan áreas verdes, servicios recreativos, parques públicos, etcétera, en los cuales por supuesto están creciendo muchos árboles, plantas, arbustos, animales… donde existe un ecosistema vital para la zona. La degradación ambiental parece ser un objetivo para los políticos en el poder, lo cual es totalmente inaceptable.
El Parque de Tlaltenango es otro caso. Muchos lucharon por detener la construcción de un supermercado en ese predio, sobre avenida Zapata, una batalla exitosa en su momento. Nació el parque como un espacio ecológico y centro cultural. Hoy, el parque ya no es tanto un parque sino un espacio lleno de cemento. Como lo es el Parque Ecológico de Acapantzingo. ¿Acaso no entienden las autoridades el concepto de “parque ecológico”? Al parecer, no.
A la vez que buscamos la manera de cuidar los árboles, ciertas acciones propician los incendios forestales. ¿Quién no vio el cielo naranja lleno de llamas y de humo en el norte de Cuernavaca la semana pasada? Un terrible incendio que costó mucho trabajo controlar, pero que gracias a Protección Civil y a los bomberos, además de ciudadanos voluntarios, se logró apagar. Se reporta que más de 100 incendios forestales han sido registrados a la fecha, muchos de ellos causados por acciones de humanos sin conciencia. No arrojen cerrillos ni cigarrillos, no enciendan globos de Cantoya durante esta temporada de sequía, no prendan nunca fuego en un terreno si no saben controlarlo. Utilicen su sentido común: no debemos quemar las tierras, nunca jamás.
Cuernavaca es una ciudad bendita: tenemos nuestro propio Festival internacional de cine y medio ambiente, Cinema Planeta. Desde hace nueve años nos trae películas, exposiciones, talleres, personajes importantes del mundo del medio ambiente y están todos ellos convencidos –desde los directores de Cinema Planeta hasta los voluntarios y los participantes– de la tarea tan importante que es cuidar nuestro planeta. En reconocimiento a su muy valiosa labor Cinema Planeta acaba de recibir el “XXII Premio de Ecología y Medio Ambiente Miguel Alemán Valdés”. Felicitamos calurosamente a Eleonora Isunza y Gustavo Martínez por haber sido galardonados con este merecido premio, que es muestra de su “objetivo de incentivar el avance del conocimiento biológico del país, al reconocer la labor de base científica y tecnológica puesta en práctica en acciones para la conservación y para el manejo sustentable del capital natural de México” (cinemaplaneta.org). Sin duda alguna, Cinema Planeta es “la propuesta más importante en cine y medio ambiente del país”. Próximamente les compartiré todos los detalles de la edición de Cinema Planeta de este año.
La lucha es permanente. Avanzamos un paso, tal vez dos o tres, y luego damos dos pasos para atrás. Y así seguimos. Esta columna, que es un esfuerzo por mantenerlos informados y conscientes, es mi contribución a esa lucha. La ecología, al igual que el medio ambiente, está en nuestras manos. ¡Cuídala!