Ahora los japoneses están sufriendo una situación sin precedente: no sólo el terremoto que fue muy fuerte, sino también el tsunami que provocó terribles daños adicionales y pérdidas humanas todavía no calculadas. Por si esto no fuera suficiente, el daño causado a una estación de energía nuclear está resultando en posibles problemas de radiación y en una crisis atómica. El mundo entero está reconsiderando el futuro de esta fuente alternativa de energía.
Me rompe el corazón ver la situación en Japón: la gente sin casa, las familias devastadas sin saber si sus parientes aún viven o no, la falta de comida y de gasolina, el clima frío y la nieve que no deja de caer. Todas las fotos muestran un área enorme de destrucción total y a una población desconsolada. Esta situación extraordinariamente difícil provocó una transmisión mediática sin precedente de parte del Emperador de Japón: nunca antes había presentado un discurso a la nación a través de la televisión. Se considera la situación actual como la peor desde la Segunda Guerra Mundial, y con mucha razón. Se habla de unos cinco años para ponerle remedio.
Es cierto que estamos viviendo tiempos extraordinarios. No podemos echarle la culpa al cambio climático por el terremoto; los movimientos de la tierra son impredecibles y varían en fuerza y tipo. Nuestro planeta se mueve y se ajusta todo el tiempo. Sin embargo, es interesante notar que los desastres naturales son cada vez peores y es obvio que estamos experimentando momentos de grandes cambios que afligen al mundo entero.
En el caso de Japón, el terremoto –un acto natural– causó el tsunami, otro fenómeno natural. Los dos acontecimientos juntos causaron el daño en el reactor nuclear de Fukushima, en el noreste de Japón. El momento en que la noticia le dio la vuelta al mundo todos empezamos a pensar en las posibles consecuencias y el tema del peligro de la energía nuclear regresó a la mente del público. México cuenta con una sola central nuclear en el estado de Veracruz y no depende de este tipo de energía para subastar la red eléctrica del país. Otras naciones, como Francia o Japón, sí dependen mucho de la energía nuclear para mantener una fuente limpia de generación de electricidad, que se conecta a la red de suministro de todo el país. Es un tema altamente polémico que después de lo que pasó en Japón tendrá ramificaciones para la industria nuclear alrededor del mundo.
Mucha gente teme el poder nuclear y hay quienes están totalmente convencidos de que sus desventajas son demasiado fuertes para contrarrestar sus ventajas. Los ecologistas consideran la energía nuclear limpia porque su producción no causa emisiones de carbono. Esto es cierto, pero el tema del depósito de los residuos altamente radioactivos arrojados por las centrales nucleares siempre ha sido perturbador, además de la cuestión de los países cuyo uso de la energía nuclear tiene fines aparentemente bélicos. La situación es que todo lo que tiene que ver con este tema está concentrado ahora en Japón, irónicamente el único país del mundo que ha sido atacado con no sólo una sino dos bombas atómicas para poner fin a la Segunda Guerra Mundial en 1945. Es muy difícil hablar al mismo tiempo de la paz mundial y de la energía nuclear, a pesar de que Japón ha sido muy responsable con el desarrollo nuclear: es un país pacífico y ordenado que definitivamente no merece el desastre que está experimentando actualmente.
Hoy nos toca ayudar a los japoneses cómo podamos a través de donativos monetarios. Hay que estar pendiente de las noticias para saber qué es lo que más necesitan, qué tipo de víveres o materiales les podemos enviar. Compadecemos su agonía y los tenemos presentes en nuestras oraciones y meditaciones. Japón es un país fuerte pero terriblemente sacudido y afectado por su situación actual. Sin duda con el tiempo sobrevivirá esta crisis, pero es un largo, y muy duro, camino a seguir.