Para celebrar estos cuatro años, quería compartirte buenas noticias el día de hoy pero no me es posible. Es muy triste, porque precisamente esta semana el International Energy Council (www.iea.org) anunció que las emisiones de carbono a nivel global han llegado a cantidades inesperadas, lo cual quiere decir que es prácticamente imposible evitar un incremento en las temperaturas promedio de 2°C alrededor del mundo. Reportan que 44% de las emisiones de CO2 durante 2010 se derivaron del carbón, 36% del petróleo y 20% del gas natural. Sin duda, nuestra dependencia de las energías fósiles sigue siendo alta.
Pero eso no es todo. Alemania acaba de anunciar que estará cerrando todas sus centrales nucleares para el año 2022, como consecuencia directa de lo que pasó en Japón después del terremoto y el tsunami. El reto para los alemanes ahora es encontrar fuentes alternativas de energía ya que el 23% de las necesidades actuales del país se cubren con energía nuclear. El gobierno alemán habla de tomar el liderazgo en la innovación de fuentes de energía renovable, pero los que critican la decisión dicen que regresará a las fuentes tradicionales de carbón y de petróleo porque representan el camino más fácil.
En Cancún, el año pasado los líderes globales firmaron un acuerdo para limitar las emisiones, pero tal parece que la teoría es una cosa y el paso a la acción es otra. Hemos llegado a un nivel de emisiones no aceptable, lo cual es francamente preocupante.
El clima se ha vuelto un tema obsesivo para todos nosotros. Altas y bajas temperaturas, inundaciones, tornados devastadores, sequías y hambrunas, huracanes y ciclones, muerte y vida: éstos son los temas que aparecen en las noticias todos los días. Estamos cansados de enterarnos de un desastre más y nos preocupa que nos llegue a pasar algo similar. Es nuestra realidad y a veces es dura de tragar.
Por eso nos encantan los eventos deportivos, como la final entre el Manchester United y el Barcelona el fin de semana anterior. Por eso nos escapamos unas horas cuando vamos al cine y disfrutamos de una película. Por eso nos divertimos cuando se casa un príncipe y la ceremonia de la boda real nos da un poco de esperanza, al menos por un tiempo.
Hay pleito actualmente en México con los proveedores de telefonía, televisión y servicios de cable. Hoy, al escribir esta nota, me estoy enterando de un reporte sobre el posible daño que el uso constante del teléfono celular podría causar a nuestros cerebros. ¿Sabías que ya somos 55 millones de usuarios de teléfonos celulares en México? Esto es equivalente a 50% de la población total y muchos andamos con el teléfono pegado a la oreja. Es mucho mejor utilizar cables y no tener el teléfono tocando tu cuerpo; acuérdate de esto mientras los científicos buscan decidir si nos estamos contaminando o no. Es un ejemplo más de cómo nos encanta hacernos la vida imposible… Está claro que nadie irá a tirar su teléfono celular a la basura.
Pues en búsqueda de buenas noticias para celebrar los cuatro años de esta columna, tengo que decirte que sí hay una mayor consciencia sobre los temas ecológicos en comparación con la situación de hace cuatro años. Hay más escuelas que desarrollan programas constantemente para cuidar el medio ambiente. El público en general está más informado y es más consciente: muchas personas ahora han aprendido lo fácil y lo maravilloso que es tener una composta. Reciclamos mucho más que antes y separamos en casa y en el trabajo. ¿Seguiremos con este trabajo en apoyo al medio ambiente? ¡Por supuesto! Tal vez no pueda garantizar que estaré aquí otros cuatro años, dependerá de La Unión de Morelos, pero yo quisiera seguir. Y la última palabra es para mi gran amigo, Ricardo Cojuc, que sigue leyendo y corrigiendo mis errores de español antes que tú leas esta columna semanal. ¡Gracias, Ricardo!