La automatización de nuestras costumbres es común a todos los seres humanos y resulta difícil de romper. Desde que empieza el día seguimos una rutina muy específica y creamos un ambiente muy cómodo al que no queremos renunciar. Repetir las mismas acciones día tras día nos genera un ambiente de rutina que no favorece que las cosas cambien. Algunos opinan que esta repetición de costumbres nos puede llevar a la demencia, cuando eso no tiene ningún fundamento científico; sin embargo, modificar la rutina es un consejo que se oye con mayor frecuencia dado que tomar un camino diferente al trabajo o cambiar el orden de los muebles de la casa ayuda a estimular las células grises o, en otras palabras, a estimular el cerebro y tal vez así evitar el comienzo de la enfermedad de Alzheimer.
¿Cómo variar la rutina? Sólo es necesario hacer cambios pequeños como, por ejemplo, tomar el café utilizando la mano izquierda o lavarse los dientes utilizando la mano opuesta. Cambiar nuestra ruta al trabajo siempre es aconsejable, no sólo para beneficio de nuestros cerebros sino también por razones de seguridad. Si empezamos a reflexionar sobre todas nuestras costumbres habrá muchas cosas que podríamos cambiar, para luego observar cómo nos sentiríamos diferentes como resultado.
La rutina nos da la impresión de tener control sobre nuestras vidas, pero es una mera ilusión. El momento que algo sucede que impacta negativamente nuestra rutina representa un shock y de repente nos confrontamos con la realidad. Un shock sería el de no recibir agua de la llave o el de no tener acceso a la energía eléctrica. Un cambio muy fuerte que no podemos controlar (pero sí lo causamos a través de nuestras rutinas) es el cambio climático y la falta de lluvia que actualmente estamos viviendo. Si no llueve bien este año es más probable que el agua no saldrá de la llave y esto nos pegará muy duro porque no tendremos idea de qué hacer.
¿Por qué deberíamos modificar nuestras rutinas? Claro, las rutinas son buenas en los casos de la gente que necesita bajar de peso: establecer hábitos nuevos para lograr su objetivo es un elemento clave del proceso. Para gente grande que ya tiene problemas de memoria la rutina es muy importante, porque sin ella la confusión consecuente es motivo de terrible angustia y la sensación de estar perdido. Sin embargo, para la mayoría de nosotros es importante contemplar un cambio de hábitos, ya que muchos de ellos tienen que ver con el cuidado del medio ambiente y son fáciles de llevar a cabo. Empezamos con acciones para reducir el consumo de agua y la más importante se refiere al tiempo que dedicamos a bañarnos: basta con tres minutos para bañarnos bien. De la misma manera, cerrar la llave al lavarnos las manos es primordial, así como al lavarnos los dientes. Podemos disminuir nuestro consumo de luz con sólo desconectar la televisión cuando no la estamos viendo, al igual que todos los equipos eléctricos, y al no dejar ningún transformador o cargador permanente enchufado. No tirar toda la basura junta en el mismo lugar es otra acción que deberíamos modificar y empezar a separar y a reciclar para ser conscientes de todos los residuos que generamos. Decir NO a las bolsas de plástico es otra iniciativa y reemplazarlas con bolsas permanentes de tela sería clave como parte de un cambio positivo y eficaz. Es tan fácil hacer estos cambios que muy pronto se convertirán en costumbres diarias: inténtalo y lo verás.
Ser ecológico significa establecer nuevas rutinas. Además, comer sanamente al no depender de comida rápida ni procesada es parte del proceso de cambio. El efecto consecuente en nuestro nivel de bienestar y salud sería impresionante y sólo es cuestión de probarlo. Acuérdate también que sonreír no nos cuesta nada y que las sonrisas que podemos compartir con nuestros familiares resultarán ser curativas y una fuente de alegría en casa. El reto para todos es estar contentos y saludables y, para lograrlo, debemos hacer unos cambios efectivos y sobre todo ecológicos, porque nos van a servir muchísimo. ¡Empecemos hoy mismo!