Los aviones no sólo contaminan por el combustible, sino también por contaminación acústica. Existen esfuerzos para hacerlos más silenciosos y ecológicos pero todavía falta mucho para lograr tan gran avance. Sin embargo, Aeroméxico ya anunció sus primeros vuelos utilizando un biocombustible bajo en carbono, hecho posible por Boeing, entre otros.
En la página web de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA, www.asa.gob.mx) es posible informarse sobre “la viabilidad comercial de los biocombustibles sustentables de aviación”. ASA opera 18 aeropuertos en nuestro país y es responsable del suministro de combustible para las aeronaves. Nos dicen que “los bioenergéticos de segunda generación son un recurso renovable y sustentable que puede remplazar el combustible de aviación tradicional. Actualmente se producen a partir de aceites derivados de especies como la jatropha, la higuerilla, las algas y algunas halófitas”.
Los biocombustibles producen entonces importantes beneficios ambientales como, por ejemplo, una reducción considerable de hasta 80% en las emisiones de CO₂, comparado con la turbosina tradicional. Esto es significativo, dado que en 2008 la industria de la aviación comercial generó 677 millones de toneladas de CO₂. Los biocombustibles pueden sustituir total o parcialmente los derivados del petróleo y éste es el punto clave de la decisión para empresas como Boeing, en conjunto con ASA, que les motivó a desarrollar el biocombustible. Por eso, también la semana pasada anunciaron Boeing, Aeroméxico y ASA el primer vuelo transcontinental con biocombustible en la historia de la aviación mundial.
Este vuelo representa un logro histórico porque es muestra positiva de la posibilidad de remplazar la turbosina hecha con petróleo con un combustible hecho de plantas. En el caso del primer vuelo, los motores utilizarán una mezcla de 70% de combustible tradicional y 30% de biocombustible. El reto para la aviación mexicana es que para el año 2015 se consuma el 1% de la demanda de bioturbosina, lo que representa producir 40 millones de litros. La meta para 2020 será el 15%.
El avance es lento pero seguro y representa una noticia muy alentadora. Algún día no tan lejano más aviones estarán utilizando bioturbosina y poco a poco la emisión de CO₂ a la atmósfera se reducirá de manera significativa. Vivimos en un mundo donde las distancias se han hecho cortas gracias a los aviones; es muy normal para nosotros viajar de un lado del mundo al otro, o dentro de nuestro propio país, porque es un modo de transporte rápido y seguro. Dejar de viajar por avión no es una opción viable, pero por fin nosotros, como viajeros, no seríamos la causa de tantas emisiones. Por el momento, el costo de producción del biocombustible es alto pero seguramente muy pronto, gracias a la tecnología y a la demanda, los costos podrán ser más accesibles, para terminar nivelándose con el costo de producción de la turbosina tradicional. Así, más aerolíneas estarán siguiendo el ejemplo de Aeroméxico.
Sin duda, el desarrollo del biocombustible tendrá un impacto económico interesante para México. En el estado de Chiapas, por ejemplo, se ha mostrado interés en este mercado, ya que el gobierno estatal planea sembrar de 20 mil a 30 mil hectáreas adicionales para producir jatropha, que es una de las materias primas del biocombustible. Será gratificante para los pasajeros del primer vuelo contemplar que gracias a plantas y algas marinas su avión los estará transportando con la misma seguridad y rapidez de siempre. Si queremos continuar volando, ésta es la única manera de seguir adelante, con el cuidado del medio ambiente como elemento motivador.