Los Juegos Olímpicos despiertan en todos nosotros las ganas de ser mejores deportistas, además del deseo de representar a nuestros países con orgullo. Ello implica no sólo un gran compromiso y mucha entrega de los que practican los diferentes deportes, sino que también es necesaria una inversión financiera seria de parte de los gobiernos. La competencia es feroz y se trata de muchos años de entrenamiento y de practicar, practicar y más practicar para competir a esos niveles. Nosotros los espectadores nos emocionamos durante dos semanas y lo más seguro es que no entendamos la dedicación de los deportistas y de sus entrenadores, quienes tienen un solo reto: ganar una medalla olímpica.
Estas dos semanas nos han servido para motivarnos deportivamente. Es impresionante la condición física extraordinaria que tienen los deportistas y esperamos que las personas que más necesiten bajar de peso, comer mejor y practicar algún tipo de ejercicio físico hayan sido motivadas a hacer algo por sí mismas. También ha servido para olvidarnos de muchos problemas que incluyen la inseguridad, lo financiero y lo ecológico.
Yo también relegué mi preocupación por nuestra Tierra al fondo de mi mente para concentrarme y disfrutar el espectáculo olímpico. Sin embargo, fueron sólo dos semanas y ya es hora de regresar a nuestra realidad. Algo de enorme importancia ha ocurrido y es lo que quiero compartirles hoy: el deshielo de verano en el Ártico ha resultado ser 50% más grave de lo que se predijo.
Gracias a un satélite especial es posible medir el espesor del hielo en los polos y por ello se sabe que 900 kilómetros cúbicos de hielo han desaparecido del océano ártico este último año. Esta pérdida es 50% más aguda que lo esperado y se puede concluir que las emisiones de carbono están impactando severamente la región. Dicen los científicos que en unos años más, muchos menos de los que se pronosticaron, el océano ártico podría estar totalmente libre de hielo en el verano. Esta es una noticia extraordinaria y que tendrá un impacto enorme en el futuro de la Tierra. Sin duda alguna, el deshielo abrirá la puerta a países como Canadá, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos, entre otros, a competir fuertemente por los derechos para pescar, perforar para llegar al petróleo y abrir nuevas rutas para el transporte marítimo.
Pero hay otras consecuencias mucho más severas. Sin la blancura del hielo en el polo ya no será posible reflejar los rayos solares de regreso al espacio, resultando en un mayor calentamiento de la zona. La temperatura del océano aumentará; los depósitos de metano almacenados en el fondo del océano saldrán a la atmósfera, contaminándola todavía más. El deshielo también implicará un aumento serio y acelerado en la elevación del nivel del mar. La vital corriente marítima conocida como Jet Stream se verá negativamente comprometida, lo cual afectará gravemente el equilibrio climático, resultando en mucha volatilidad para países como el mío, la Gran Bretaña. No sólo eso, pero como los sistemas meteorológicos alrededor de nuestro planeta están interconectados, por lo tanto lo que pase en una zona afectará necesariamente a las demás. El crudo impacto lo sentiremos todos, en el mundo entero.
Durante los Juegos Olímpicos en Londres el clima se mostró variado, con sol y lluvia alternando casi todos los días. Los ingleses se quejan amargamente del clima (es una obsesión nacional) pero con las graves noticias sobre el deshielo, es casi seguro que el clima empeorará en general – no sólo en Gran Bretaña, sino en todo el planeta.