La gente que vive cerca de los aeropuertos más importantes de Europa disfrutó de un silencio inesperado y los cielos estuvieron libres de aviones por completo. Fue una situación muy extraña y, como resultado, el nivel de emisiones de carbono disminuyó. Según reporta el sitio Information Is Beautiful (www.informationisbeautiful.net), los aviones de la industria aérea europea, en un día normal, emiten casi 345 mil toneladas de CO2. Con 60% de los vuelos cancelados por la erupción volcánica, decreció la cantidad diaria de emisiones por un poco más de 206 mil toneladas de CO2. El volcán, en comparación, estuvo emitiendo 150 mil toneladas de CO2 en su momento más activo. Cabe mencionar que cualquier volcán emite dióxido de carbono y, según el U.S. Geological Survey, los volcanes a nivel mundial producen aproximadamente 200 millones de toneladas de dióxido de carbono anualmente.
Cada vez que tomas un vuelo, estás contribuyendo al problema del CO2 en la atmósfera. Para entender este punto, considera que la cantidad de emisiones que a cada pasajero le corresponde en un vuelo de la Ciudad de México a Londres es de 980 kgs. Éste es el aporte personal de cada pasajero, por lo que un avión tipo jumbo jet que transporta alrededor de 500 pasajeros emite unas 500 veces más esa cantidad de CO2…
El caso del volcán islandés ha enfatizado nuestra dependencia del transporte aéreo, no sólo para viajar, sino también para la transportación de productos y servicios. La cadena de suministro ha sido desarrollada basada en sistemas de transportes nacionales e internacionales y cuando empiezan a fallar la incertidumbre consecuente ilustra la vulnerabilidad del transporte de carga aéreo y de quienes dependen de él. No sé si cuando se publique esta nota (el 27 de abril) el volcán seguirá causando el caos; el punto es que si dura mucho más tiempo habrá serios problemas comerciales a nivel mundial. Gran Bretaña ha sufrido más que la mayoría de los países europeos: por ejemplo, no está recibiendo las frutas y verduras que normalmente llegan por carga aérea desde el país africano de Kenia. ¿Qué harán los kenianos con el brócoli, los ejotes y las muchas variedades de frutas y verduras que exportan? ¿Cuál podría ser la lección aquí? Cultivar nuestras propias verduras para evitar una escasez inesperada sería la respuesta, pero creo que todavía estamos lejos de llevar a cabo este plan, desafortunadamente.
No cabe duda que las primeras en sufrir económicamente por esta situación son las mismas aerolíneas frustradas, cuyos aviones no pudieron volar por el peligro que sus motores pudieran taparse y apagarse si se llenaran de cenizas. La desesperación que sintió la gente que no pudo regresar a su casa o que no pudo ir de vacaciones o de la persona que llegó tarde a su propia boda, es muy entendible. Es irónico que precisamente en la fecha del Día del Planeta, el 22 de abril, se haya vivido esta crisis que fue causada por la Tierra misma. Algunos científicos quisieran demostrar que el calentamiento global es la causa de tantos temblores, erupciones volcánicas y otros eventos “naturales”, pero ésta es un área de investigación en su infancia todavía.
Si hubiera una lección que deberíamos aprender de esta situación sería que la fuerza de la naturaleza puede acabar con nuestros avances tecnológicos en sólo un momento. El poder de nuestro planeta, el misterio de la Tierra, los secretos que todavía están lejos de ser descubiertos y entendidos, son lo que nos mantiene asombrados y atónitos. El ser humano es producto de la Tierra y estamos todos conectados de alguna manera: ¡Feliz Día del Planeta!