Hay aeropuertos distribuidos por todo el país. Tenemos uno aquí en Morelos, el “Mariano Matamoros”, que acaban de modernizar con la esperanza de atraer más aerolíneas a operar desde nuestro estado. El aeropuerto más importante de México, sin duda, es el de la ciudad de México. Es la principal puerta de entrada a nuestro país que además ofrece una gran conectividad a otros países vecinos de América del Norte y del Sur. Cuenta con dos terminales, dos pistas y 97 posiciones para aeronaves; en 2010 movilizó nada menos que a 24.1 millones de pasajeros (www.aicm.com.mx).
Los aviones utilizan turbosina y arrojan emisiones de carbono a la atmósfera en cantidades enormes, que contribuyen de manera importante al terrible problema del calentamiento global y la contaminación del aire. Los grandes fabricantes como Boeing y Airbus, por mencionar sólo esos dos, buscan desarrollar nuevos aviones con mayores y mejores capacidades. Cada vez más personas quieren viajar alrededor del mundo y todos desean subirse a las aeronaves más modernas. Pero me pregunto, ¿qué pasa con los aviones cuando ya no están en uso?
Un día apareció uno de ellos en los campos de Acapantzingo. ¿Lo has visto? Se encuentra en el camino rumbo al recinto ferial. Este lugar se ha vuelto famoso por la cantidad de bares y cantinas que de repente han abierto sus puertas, aunque ninguno es tan original como el que tiene un avión en su terreno. Llegó en pedazos y luego lo reconstruyeron; era de AeroMorelos. Al menos éste es un avión que logró un final más o menos digno como bar pero la mayoría de los aviones, tanto comerciales como militares, terminan en cementerios especiales para aviones. Los lugares de preferencia son los desiertos, como el de Mojave en California, por ejemplo.
Con el paso de los años hay cada vez más aviones que ya no están en operación: por su edad, porque las aerolíneas terminan en la bancarrota, por ser demasiado ruidosos, por dejar de estar a la moda, por un sinfín de razones. Los venden y los mandan al desierto. Algunos son reciclados y muchas de sus partes son reutilizables, pero la mayoría de las aeronaves se quedan estacionadas y abandonadas en el desierto donde el ambiente seco impide la corrosión. El desierto de Mojave esconde uno de los cementerios de aviones más grandes del mundo. Se le conoce como “Boneyard”. Allí uno puede encontrar aviones de todo tipo, de todos tamaños, incluyendo helicópteros y naves espaciales.
Una vez más nos topamos con la excepcional brillantez del ser humano por inventar máquinas extraordinarias capaces de transportarnos al otro lado del mundo de manera ágil y veloz. Pero de igual manera vemos también el lado oscuro del ser humano por su incapacidad de contemplar la “muerte” de los aviones y qué hacer con ellos cuando ya no tienen uso. Es otro ejemplo de nuestro afán por inventar cosas maravillosas, por ser muy inteligentes e innovadores pero –he aquí el gran problema- sin la capacidad siquiera de pensar ni imaginar su eliminación responsable. En los desiertos no vive nadie, entonces por eso se utilizan para almacenar las numerosas aeronaves que ya no tienen vida útil. Se trata de residuos que en principio se deberían poder reciclar. Sin embargo, en la mayoría de los casos su futuro será sólo estar allí, como basura abandonada, para siempre como una mancha sobre nuestra Tierra. ¡Qué destino lamentable y triste!