Tal vez no apreciemos lo suficiente esta riqueza, aunque es uno de los elementos más atractivos de la vida en Morelos. Estamos rodeados de viveros, plantas, cultivos de arroz y caña, campos de rosales, nochebuenas y muchísimas otras variedades de flores y vegetación. Qué suerte tenemos y te voy a decir por qué.
La naturaleza nos aporta mucho, sin duda, y sólo es necesario que seamos conscientes de los aspectos positivos de nuestra relación con ella. Por ejemplo, el simple hecho de vivir en medio de la vegetación y la flora y fauna morelense nos da una rica sensación de bienestar. Es fascinante ver animales e insectos en su hábitat natural: observarlos es un ejemplo de cómo podemos interactuar más con la naturaleza nosotros mismos. Podemos salir en cualquier momento y toparnos con hormigas, moscos y moscas, chinches, cucarachas y alacranes, arañas de todo tipo, además de lagartijas, besuconas, tlacuaches y un sinfín de otros animales con los cuales compartimos nuestros espacios. Tal vez los insectos no sean tan atractivos para todos, pero reconocer que son extraordinarios es lo único que tienes que hacer, ya que son producto de la maravillosa naturaleza. Cotidianamente observamos una paleta de colores brillantes que nos afectan de manera inconsciente y positiva. Toma un momento para pensar en los árboles cuando florecen en primavera y qué te hacen sentir; o las muchas plantas que florecen todo el año como, por ejemplo, las bugambilias cuyos colores son tan variados y brillantes. ¡Cómo nos levantan el ánimo! El rojo intenso de la nochebuena nos hace pensar en la navidad y en el fin de año, mientras que el cempasúchil con sus tonos de amarillo y de naranja nos hace recordar a todas las personas que extrañamos tanto, al celebrar el Día de Muertos cada año.
La naturaleza nos regala mucho y juega un papel muy importante en nuestro estado de bienestar o felicidad. No sólo nos hace sentir bien sino que también nos incluye y nos invita a vivir en armonía con ella: humanidad y naturaleza unidas. De allí nace el respeto que sentimos, o que deberíamos sentir, por lo natural, por el ecosistema, por todo lo verde que nos rodea. Es cierto que las personas que viven en las ciudades tienen poca conexión con la naturaleza; es muy común, entonces, que los domingos salgan de sus casas en búsqueda de un espacio verde, un parque, para sentirse más relajadas y contentas. Aún si los parques quedan lejos, el hecho de tener un árbol o un arbusto afuera de su casa, plantado en la banqueta, cuenta mucho para levantar el ánimo. La tarea de cuidar ese árbol o arbusto es una oportunidad perfecta para crear una conexión con la naturaleza, al regarlo y ver cómo crece, hasta lograr una altura suficiente para dar sombra a su casa durante la temporada de calor, además de ser una importante fuente de oxígeno.
Tenemos que aprender a compartir nuestro estilo de vida con la naturaleza, cómo mejorar el equilibrio entre lo verde y lo construido. Debemos construir sólo si al mismo tiempo plantamos nuevos árboles y plantas. Los planes urbanos sólo son buenos en la medida que incluyan espacios verdes y un programa de cultivo de vegetación adecuada a la zona.
Lo que sí es cierto es que ahora estamos más conscientes del clima, por las altas temperaturas cuando hace calor o por las bajas cuando hace frío, por cómo nos mojamos cuando llueve o cómo el viento sopla tan fuerte que alcanza a dañar propiedades y árboles. El Sol también afecta el sentido de bienestar. En países donde hace mucho frío en invierno la falta de rayos de sol y de luz causa depresión y sensaciones de tristeza. Aquí no tenemos ese problema porque el sol brilla prácticamente todos los días de año. ¡Qué suerte la nuestra!
La naturaleza es un regalo gratis para todos nosotros. Nos hace sentir bien, nos permite relajarnos, nos habla y nos rodea. Reconócela y aprende a vivir en armonía con ella. Éste será el mejor regalo esta navidad.