Uno de los muchos derivados del petróleo es el plástico. Hay muy diferentes tipos y uno que todos conocemos, uno de los más comunes, es el tereftalato de polietileno, mejor conocido como PET (por sus siglas en inglés). Éste es el material del que están hechas las botellas de agua y de refresco, principalmente. Es conocido por ser altamente resistente a la biodegradación, proceso que puede tardar entre 100 y mil años. Dado que gran parte del planeta está envenenado por el plástico, gracias a la costumbre de tirarlo a la basura por nosotros los consumidores, el PET se ha vuelto invasivo, nocivo y contaminante a más no poder.
Este producto hace 70 años que se inventó. En muchos lugares del mundo se encuentra en enormes cantidades en tiraderos, además de verlo en las calles, los parques, las carreteras, los ríos, tapando drenajes, o sea en todas partes. Es más, en el año 2013 las estadísticas nos dicen que aproximadamente 56 millones de toneladas de PET fueron producidas en el mundo. Su acumulación afecta terriblemente los ecosistemas mundiales; sí es un problema enorme. Ahora científicos japoneses han identificado una bacteria (la bautizaron Ideonella sakaiensis 201-F6) que es capaz de descomponer una tira de plástico PET en sólo seis semanas.
Hay que reconocer que existen esfuerzos en muchos países, incluyendo México, por recolectar el PET y reciclarlo. Sin embargo, ha sido imposible recolectar todo lo que se produce. Tampoco se recicla todo lo que se junta y el problema se ha vuelto agudo. Si fuera viable en un futuro producir la bacteria y aplicarla en los tiraderos, sería posible que ayudara a disminuir la cantidad de basura plástica que envenena nuestro ambiente. Sin embargo, más investigación es necesaria porque una bacteria puede ser buena para destruir el PET, pero aún no se sabe su efecto sobre la Tierra ni qué impacto tendrá sobre los ecosistemas. Tampoco podemos aplicarla todavía a los parches de basura en los océanos porque podría ser contraproducente para los ecosistemas marinos. De cualquier manera su descubrimiento es muy alentador y nos ofrece grandes posibilidades. Sin embargo, tenemos que esperar los resultados de más investigación para asegurarnos de su correcta y segura aplicación.
Como siempre el problema empieza con nosotros. El plástico se ha vuelto tan indispensable en nuestras vidas que no podemos vivir sin ese material. Más bien, imaginamos que no podemos vivir sin ocuparlo. En realidad, sí es posible vivir sin plástico: vivíamos sin esta sustancia antes de su descubrimiento y podemos volver a vivir sin ella. Estamos lejos, muy lejos, de deshacernos de este problema tan grande. Si seguimos comprando y utilizando el PET la situación empeorará cada vez más.
Les pido entonces pensar dos veces antes de comprar su próxima botella de refresco. Reemplacen los refrescos de sabor con aguas frescas; sustituyan las botellas de PET por termos y botellas reutilizables de vidrio, aluminio u otra sustancia; tomen más agua simple que les nutre y que no tiene azúcar. Simplifiquemos nuestras vidas: digamos NO al PET y a todo tipo de plástico.
Fuentes de información:
http://www.theguardian.com/environment
http://science.sciencemag.org/