Según Reef Relief (www.reefrelief.org), “los corales son diminutos animales que generalmente se agrupan juntos miles, formando colonias que se unen a superficies duras del suelo marino. Extraen carbonato cálcico del agua marina con el cual construyen las estructuras esqueléticas según una infinita variedad de formas y tamaños. Esas especies, conocidas como corales constructores del arrecife, producen enormes esqueletos que colectivamente forman el armazón calizo de los arrecifes tropicales. A través de los años una enorme variedad de animales y plantas se han asociado con arrecifes coralinos, creando algunos de los ecosistemas más fascinantes, complejos y biológicamente diversos de nuestra tierra”.
La Gran Barrera de Coral tiene más de 2 mil 600 kilómetros de longitud y la pueblan miles y miles de organismos que viven y dependen de ella, entre los que destacan los corales con alrededor de 400 especies distintas. No hay otro lugar en nuestro planeta con una concentración igual o mayor de coral. Para los turistas ofrece un extraordinario ejemplo de vida marina por excelencia que impacta y capta la imaginación de millares de visitantes cada año. El hecho que la barrera se esté muriendo –y a una velocidad sorprendente– es alarmante. Se trata de una verdadera catástrofe ecológica.
Hay otros lugares donde los corales están sufriendo lo mismo: El blanqueamiento, al parecer, es un mal general. “El blanqueado ocurre cuando los corales están sometidos a estrés debido a cambios en sus condiciones de vida, como la temperatura, la luz o los nutrientes que reciben, lo que les fuerza a expulsar las algas que les dan color, conocidas como zooxanthellae, que viven entre ellas. Debido a este proceso el coral pierde de manera gradual su color hasta volverse completamente blanco” (www.elmundo.es). Parece ser posible la recuperación o la regeneración del coral, un proceso muy lento que puede tardar décadas. Sin embargo, en este caso, los científicos ya han informado de la mortalidad de al menos el 50% de los corales.
El calentamiento de la temperatura de los océanos, el exceso de CO², el incremento en la acidez de las aguas, los eventos climáticos violentos, la invasión descontrolada de un peligroso depredador: La estrella de mar conocida como Corona de Espinas que devora los pólipos coralinos responsables de la producción del esqueleto arrecifal… son sólo algunas de las razones de esta situación tan deplorable. Todas ellas son consecuentes al cambio climático.
Un estudio producido por la organización Greenpeace (www.greenpeace.org) reporta que “la pérdida de estos frágiles ecosistemas costaría miles de millones de dólares en concepto de pérdidas de ingresos en las industrias del turismo y pesqueras, así como de daños a regiones costeras que están protegidas en la actualidad por los arrecifes de coral que bordean la mayoría de las líneas costeras tropicales”.
Si seguimos como vamos, la conclusión será que los arrecifes coralinos desaparecerán de la mayoría de las zonas del planeta para el año 2100. No hay manera de hablar de este tema sin sentir un fuerte sentido de culpabilidad ya que el cambio climático es, como todos sabemos, responsabilidad nuestra.
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