Pero lo más importante es que pone de manifiesto que era posible que los concesionarios del servicio pudieran operar con la tarifa anterior de seis pesos con cincuenta centavos, porque les daba suficiente margen de rentabilidad, aunque ya sabemos que tienen la costumbre de hacerse las víctimas.
Ojalá las autoridades fomenten la competencia y hagan posible que sea la oferta la demanda lo que fije el precio final y no situaciones arbitrarias como la que puso en ocho pesos la tarifa mínima con el pretexto del aumento a los combustibles, que fue de veinte por ciento mientras que el pasaje subió un porcentaje superior.