Las “familias” que controlan los grupos internos preponderantes han carecido de la fuerza suficiente para imponerse a sus rivales, pero han podido boicotear exitosamente al rival, al grado de llevar a su organización a estrepitosas derrotas que lo han convertido en un partido pequeño, con una representación legislativa minúscula y pocas alcaldías.
Ayer se anunció la renuncia de su presidente estatal y el nombramiento de un sustituto que ya desempeñó tareas partidistas en tierra morelense con más pena que gloria, por lo que en principio carecería de fuerza para reestructurar a ese partido y elegir candidatos competitivos.
Es probable que el PRI siga la senda del descenso, pues su desconexión con la sociedad morelense ha sido más que evidente desde que gobernaba antidemocráticamente.