Para muchos resulta increíble la relativamente baja cifra de fallecidos por el sismo del 19 de septiembre. Muchas circunstancias influyeron para lograr ese resultado, pero a cambio la cantidad de personas que se han quedado sin hogar es elevada y amenaza con generar problemas sociales si se prologa demasiado su estadía en albergues y casas improvisadas.
Por eso es importante que las labores de demolición y retiro de escombros avance a paso firme, a fin de dar paso a la etapa de reconstrucción de los inmuebles dañados, especialmente los que estaban dedicados al comercio, a la educación y a los servicios, para que se reponga al menos una parte de los empleos perdidos.
Es de admirar la rapidez con la que la electricidad y el agua potable se reconectaron en las zonas más afectadas por el terremoto, pero quedan otros servicios por restablecer.
Igualmente las oficinas públicas deben reactivarse, así como los servicios bancarios, para propiciar que la actividad económica contribuya a reconstruir lo que las familias han perdido.