Los verificentros han presentado demasiados problemas en su operación y justamente al terminar el año provocan filas enormes de autos y esperas de más de diez horas.
Aunque la principal fuente de contaminación es el transporte público y ese no tiene la obligación de verificar, los dueños de vehículos de uso privado viven un auténtico calvario, por lo que las autoridades encargadas de esa función deberían aplicar sanciones a los encargados de los verificentros que no funciona correctamente.
Por lo pronto, la prórroga anunciada es más que necesaria para evitar injusticias, aunque en apenas seis meses todo el proceso deberá repetirse, sin que esto garantice la limpieza del aire, al menos no mientras el transporte público siga exento.