El enésimo caso de una red de agua potable contaminada con combustible muestra que el combate al robo de gasolina debería ser una prioridad no sólo por seguridad, sino por salud pública.
Más allá del evidente peligro e incendio y explosión, la ingesta de hidrocarburos puede causar severos problemas en la salud de las personas, por lo que quienes se dedican a extraer gasolina del ducto de Pemex merecen ser catalogados en otra categoría criminal.
Por lo pronto, desde el jueves miles de personas volvieron a quedarse de nueva cuenta sin agua a la espera de que concluyan las labores de saneamiento, cuyo costo debe afrontar el organismo operador que ya sufre de serias limitaciones financieras.