Derribar sin planeación miles de árboles para construir el tristemente célebre Paso Exprés le costó a Cuernavaca una drástica modificación de su clima, percibido con el aumento de la temperatura que ahora padecemos, por lo que se antojaba lógico exigirle a las autoridades federales la reparación del daño.
Pero la Secretaría de Comunicaciones y Transportes no sólo lo hizo de manera muy parcial, al colocar apenas u porcentaje mínimo de los árboles necesarios, sino que actúo (una vez más) de manera irresponsable y dejó secar casi la mitad de los ejemplares plantados.
Todo eso significa dinero tirado a la basura, pero también otro engaño a la sociedad morelense.
Todo indica que no hay forma de obligar a la citada dependencia a cumplir con su deber, pues sus directivos viven protegidos bajo un espeso manto de impunidad, pues lo que ocurrió en el Paso Exprés no es poca cosa.
Simplemente en dinero se esfumaron mil millones de pesos adicionales al costo de la obra. Y se perdieron varias vidas humanas, sin que nadie sea castigado.